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En plena tormenta social, provocada por las liquidaciones de los socios en el reparto de diciembre de 2019 (cuyo detalle ya conocen, aunque no se materializará hasta el próximo día 10), nos llega un comunicado que nos ofrece los presupuestos que Pilar Jurado y sus adláteres nos proponen para el próximo año 2020. Seguramente, la mayoría de los socios no los habrán estudiado detalladamente, e, incluso, algunos ni siquiera les habrán echado un vistazo, pese a que se trata de una clara manifestación de intenciones y previsiones de quienes gestionan sus derechos, marcando su futuro económico inmediato, lo que no es poca cosa.
Presupuestos y repartos tienen un vínculo muy estrecho, ya que los primeros reflejan las expectativas que nuestros administradores tienen a futuro respecto de los segundos.
Para entender bien esta cuestión, hablaremos primero de los repartos y más concretamente de este último de diciembre, que tanta frustración ha provocado en muchos socios, pese a los mensajes eufóricos de la presidenta, sin ir más lejos hace apenas unas semanas, en el congreso de AMPE, durante el cual predicó a viva voz la buena nueva de una recaudación que rompía récords : "La mejor de los últimos 10 años" - decía- seguramente desconociendo las cifras y hablando desde su habitual optimismo "infantiloide" (no se lo tomen a mal, ella realmente cree en las cosas que dice, por disparatadas que sean tan a menudo, y ese es seguramente el mayor problema).
El caso es que esa anunciada "recaudación récord" se ha traducido en un reparto que sí lo es, pero por todo lo contrario, ya que hablamos probablemente del peor de los últimos 10 años, que es lo que suele ocurrir con los anuncios que se hacen desde la frivolidad de quien se cree llamada por la providencia para hacer historia (y quizás la haga, después de todo), pero ha olvidado estudiar el guión antes de salir al escenario, dejando su futuro (y el de todos) a la improvisación.
El resultado ya lo conocen los afectados, algunos de los cuales se han personado en Longoria para protestar, sin conseguir ser recibidos por la directora de socios, a la que, según nos comentan, tendrán que pedir audiencia, o eso les han dicho. Me extraña, conociendo a Vanessa Valcárcel, pero, en todo caso, y si es cierto, debería ocuparse de que no ocurra algo así. Los socios son los dueños de la entidad, quienes pagan los sueldos y, por descontado, tienen perfecto derecho a ser atendidos en todo momento en que así lo requieran, y bien haría el señor Angaramo, actual y, seguramente, efímero director general, en organizar una especial "imaginaria" informativa en previsión de una demanda creciente de explicaciones por parte de la masa social, cuando lleguen las liquidaciones a las cuentas de los socios y se enfrenten a la realidad que ha venido ocultando la literatura de Pilar Jurado todos estos meses.
Porque la realidad es que éste es el primer reparto producto de su gestión (los anteriores de diciembre de 2018 y junio de 2019 afectaban a la recaudación del año anterior, es decir, los más de 300 millones que dejó en caja la anterior Junta Directiva).
El problema de este reparto es, además, doble.
- En primer lugar, porque deja a muchos socios en una precaria situación económica, en fechas muy especiales, además, para las que contaban con un ingreso que se ha caricaturizado a la baja en muchos casos (algunos, incluso no recibirán dinero alguno, al no cubrir los anticipos anteriores, pese a saber que han generado lo suficiente para ello).
- En segundo lugar, porque es el preámbulo de un problema adicional, como es la repercusión fiscal que tendrá el hecho de cobrar de golpe atrasos de un año anterior, en 2020 (lo que supondrá en muchos casos, a efectos fiscales, incurrir en un aumento de sus ingresos con un coste adicional en ese ámbito. Dicho en términos coloquiales: pagarán más por recibir el mismo dinero, por el hecho de recibirlo en un solo ejercicio.
Los socios tienen, en todo caso, derecho a exigir explicaciones y soluciones que mitiguen en la mayor medida posible esta situación.
Desde "anticipos extraordinarios", perfectamente planteables desde el estudio de los repertorios afectados y el pendiente de cobro que se debe conocer al detalle, al menos para los casos más dramáticos ( y en general una linea especial de crédito para todos los afectados, que complemente unas liquidaciones lamentables), hasta una solución a la cuestión fiscal que debería pasar por un asesoramiento profesional y gratuito a los socios afectados, una actividad institucional en el entorno político para proponer un sistema especial para estos casos y la necesaria complicidad de Hacienda para ello (el ministerio de cultura, que tanto dice preocuparse por los autores y editores, debería ser el intermediario a esos efectos). Y, también, una política de revisión de los descuentos de administración en los casos en que la entidad no ha cumplido el calendario previsto, que compensen las consecuencias financieras que ocasionan a los socios.
No puede pretenderse que el socio pague lo mismo por una gestión puntual y ordenada que por una gestión deficiente y que le supone un retraso en el cobro de sus derechos. Lo idóneo sería que la entidad hiciera el ajuste financiero oportuno en el cobro de esos atrasos, pero de no hacerlo, debería compensar a los socios por esa carencia (lamentablemente, mucho me temo, la revisión de los descuentos será al contrario, una subida producto de una mala política de amortización del pasivo que ya denunciamos en la pasada asamblea y que se oculta a los socios).
Pero, claro, para plantearse políticas de este tipo es necesaria una estrategia de gestión, una previsión rigurosa (la mayoría de las circunstancias adversas eran previsibles y evitables, con una gestión eficiente de cara a los usuarios y firme, en caso necesario, pero en plazo y formas), y, cómo no, contar con un "músculo financiero" que parece un concepto de ciencia ficción en esta Sgae de Pilar Jurado.
A día de hoy, y en contra de lo que nos quiere hacer pensar la presidenta de los "éxitos encadenados", hablando coloquialmente, la "caja" está temblando...
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Poco más se puede añadir respecto de este reparto de diciembre, y, desde luego, nada que no sepan ya los socios afectados por ella, que ya han hecho seguramente sus cálculos y conocen la dimensión del desastre a que se han visto conducidos, entre comunicado y comunicado de la viajera e inquieta emprendedora, cuyos proyectos transoceánicos la llevan desde Bruselas a la sede de la UNESCO en París (algún día sabremos si eso nos sirve de algo a los socios, o solo estamos para pagar las facturas) que ocupa el "despacho oval" de Longoria.
¿Hará Pilar Jurado uno de sus comunicados para informarnos del detalle de este reparto de diciembre y su comparación con el mismo periodo de años anteriores?
Se admiten apuestas...
Lo que sí está claro, al menos, es que, ni las reclamaciones de Williams, ni los consejos de García Pelayo han sido de gran utilidad, visto lo visto y al precio del Kg.
Pero si lamentable es el reparto de diciembre, no mucho más esperanzadores son los presupuestos que Pilar Jurado nos presenta de cara a 2020.
Unos Presupuestos son algo así como el "suero de la verdad" a que se someten los gestores de cualquier organización, ya sea empresarial, política, o de cualquier otra naturaleza. Y lo son porque, independientemente de los discursos grandilocuentes con que nos suelen obsequiar y las prioridades esenciales que nos suelen vender, una lectura detallada de los mismos nos dirá con toda claridad cuales son sus intenciones reales, sus prioridades verdaderas y su confianza en el mercado y la gestión que esperan realizar dentro de el escenario al que creen que se enfrentarán.
La mayoría piensa que los presupuestos son obra de los financieros, y así es inicialmente y debería ser siempre, naturalmente al servicio, eso sí, de una planificación, una estrategia y unos objetivos marcados por la gestión "política".
Lo que ocurre es que, a menudo, esa parte "política" excede a lo razonable en ese binomio, convirtiendo a los financieros en meros "traductores" a un lenguaje que dote de cierta credibilidad a los dislates de una política temeraria, ignorante o, simplemente, de cara a la galería.
En el caso de los presupuestos que nos presenta Pilar Jurado para 2020 (me pregunto, viéndola tan sonriente, si ella los habrá leído) surgen dudas muy relevantes, por no decir certezas muy desasosegadoras. Empecemos por decir que su falta de detalle y su generalidad conceptual ayudan poco a un examen riguroso, pero si bastante como para extraer conclusiones interesantes.
- Hablando del Presupuesto de Sgae, como entidad gestora, para 2020, vemos que prevén un beneficio, antes de impuestos, de 1,8 millones de euros.
Vaya por delante que, salvo un cambio en la política de amortización del pasivo, principalmente respecto de la deuda de Fundación (cuestión que ya hemos explicado en otras ocasiones) este supuesto beneficio no bastará para disminuir lo suficiente la cifra real actual del "Patrimonio Neto", que es negativa en una cantidad muy superior a la que admite el artículo 81 de nuestros estatutos, sin que opere necesariamente la revisión (al alza) del descuento de administración.
En otras palabras, salvo que deshagan el entuerto en que nos metieron el señor Recio y la Presidenta (sin contar con el consejo, además) y diseñen un nuevo plan de amortización más flexible (que sus cuentas no harán fácil, por otra parte), el Presupuesto 2020 nos anuncia un relevante aumento del descuento de administración, algo que, estoy seguro, no escucharemos en el florido discurso de la Presidenta, ni leeremos en sus comunicados (al menos, hasta que sea inevitable informarnos de ello).
¡Primer sorbo del "suero de la verdad"!
- Pero, es que, además, si comparamos el Presupuesto general que hemos comentado con los Presupuestos de Ingresos Sociales (que ya son más detallados), la cosa tiene ya más enjundia.
El mencionado beneficio de 1,8 millones (antes de impuestos) proviene necesariamente de tres conceptos, en lo que a ingresos se refiere.
Descontando el segundo (una prescripción que estiman en 10 millones) y el tercero (fundamentalmente ingresos financieros, es de suponer, aunque no se especifica, de algo más de 400.000 euros) nos queda una cifra de unos 48,5 millones de euros (tal y como vemos reflejado en el documento).
Esta cifra representa los ingresos por descuento, es decir, es consecuencia directa de los ingresos sociales (incluyendo los de los "administrados", en nuestro caso, los que gestionamos para AIE y AGEDI, que también dejan un descuento de administración).
Si elimináramos de la ecuación a los "administrados" (este dato lo tomo de su previsión publicada de ingresos sociales), la cifra de ingresos sociales que nos quedaría sería de unos 46 millones de euros.
Teniendo en cuenta que el descuento medio de Sgae es del 15%, la ecuación nos llevaría a una previsión de Ingresos Sociales (según los Presupuestos Sgae 2020) de unos 306 millones de euros, cifra que entra en franco contraste con la que nos ofrecen oficialmente en los Presupuestos de Ingresos Sociales Sgae 2020, publicados igualmente en la web. De hecho, nos dicen, la previsión es de unos 223 millones (descontando igualmente los de los "administrados", que cifran en unos 22 millones) lo que arroja una diferencia más que notable.
Ello nos lleva a dos posibilidades:
1- Que los Presupuestos de Sgae contemplen una previsión diferente, respecto de los ingresos sociales, de la que contemplan el Presupuesto de Ingresos Sociales elaborado por la propia entidad (lo que nos llevaría a una descoordinación y una disparidad de criterios que excede nuestros mayores temores acerca de en manos de quién está nuestro peculio).
2- Que la cifra de "Ingresos por descuento" (deducidos los administrados) que obtenemos en los Presupuestos Generales sea consecuencia de la cifra prevista en el presupuesto de ingresos sociales, sin que exista el mencionado contraste. Pero, para que podamos contemplar esta posibilidad, tenemos, necesariamente, que contemplar también un descuento de administración aplicado muy superior a ese 15 %.
Algo que tendría que explicarnos la Presidenta, entre poema y poema.
Sobre todo, cómo es posible que, con un descuento análogo, puedan presupuestar unos ingresos por descuentos (incluidos "administrados") de 46 millones en 2019 (con una previsión de Ingresos sociales de 293 millones), mientras que para 2020, con una previsión menor (245 millones), prevén alcanzarlos 48 millones de ingresos por descuentos administrativos (es decir, dos millones más con una base de cálculo inferior).
Entre tanto, solo podemos pensar que estamos ante un milagro, ya no "pilariano", sino "Pilarista", o ante, lo que es más probable, el...
¡Segundo sorbo del "suero de la verdad"!
En términos generales, los Presupuestos Sgae 2020 (al margen ya de lo expuesto) son en todo caso muy conservadores y reflejan una falta de confianza en el mercado y en la capacidad de la gestión actual para asumir un crecimiento.
De hecho, aspiran a una recaudación (por todos los conceptos) de 245,7 millones de euros, algo muy poco estimulante, si tenemos en cuenta que la previsión que hicieron para el 2019 fue de 293 millones (que se habrán quedado finalmente, calculo, en poco más de 250 millones y eso contando a los administrados).
Podría decirse que estamos ante un ejercicio de "realismo", aunque yo lo definiría más bien como de "conformismo" y, en todo caso, contrasta notablemente con el discurso triunfalista de una Pilar Jurado que anuncia el "maná" celestial en cada una de sus intervenciones y que a este paso no va a tener ni para pagar a sus asesores de cabecera.
Y eso que no especifican qué censo social contemplan y si han considerado las anunciadas fugas de repertorios (tanto audiovisuales como musicales, que merecen, al menos, una versión alternativa).
¡Tercer sorbo del "suero de la verdad"!
Podríamos seguir, pero sería cansino para el lector, seguramente.
Solo añadir un elemento particularmente inquietante.
Si analizamos el detalle de la previsión de Ingresos Sociales para 2020 veremos algo sorprendente. Y es que en el apartado más relevante de estos, que es el de "Radiodifusión y cable" (esencialmente los derechos provenientes de las TVs), veremos que los 105,8 millones presupuestados para 2019 (que finalmente no andarán muy por encima de los 70 millones) han pasado a presupuestar para 2020...
¡Solo apenas 56 millones de euros!
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El último comunicado de Sgae nos habla del pago realizado recientemente por MEDIASET (que no entrará en el reparto de diciembre, y que prometen repartir extraordinariamente antes de que finalice el año). Pero que nadie se excite en demasía. Hablamos de alrededor de 5 millones, que corresponden a un pago a cuenta sobre el último trimestre de 2018.
El 2019 en su totalidad sigue en blanco.
Nos dice, eso sí, nuestra presidenta que "seguirá exigiendo, por todos los medios a su disposición, el cobro atrasado de lo correspondiente a 2019 y la cantidad pendiente (de casi dos millones de euros) del último trimestre de 2018".
No dudo de su voluntad y su firmeza, tan presentes siempre en sus comunicados.
Lo que pasa es que, cuando hay unos presupuestos de por medio, la épica presidencial y su prosa triunfalista quedan un poco en evidencia.
Porque, obviamente, si presupuestan solo 56 millones para 2020 en "Radiodifusión y cable", no solo nos están diciendo que no tienen mucha fe en cobrar dichos atrasos, sino que ni siquiera tienen claro que vayan a cobrar el año presupuestado en su integridad.
(hagan ustedes las cuentas...)
Aquí ya el sorbo de "suero de la verdad" se convierte en una dosis que nos lleva hasta la embriaguez. La misma que parece destilar el discurso fuera de la realidad de una Pilar Jurado que, o no se molesta en leer sus propios presupuestos, o no los entiende, o quiere vendernos una burra que no se cree ni ella en los momentos más eufóricos de su ya comentado deambular emocional.
Y si no, señores junteros, antes de aprobar presupuestos, hagan ustedes las cuentas (y pregunten lo que no entiendan, que no pasa nada...)
José Miguel Fernández Sastrón
(4 de diciembre de 2019)
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