“Juez — Un estudiante de leyes que corrige sus propios exámenes.”
(Henry Louis Mencken)
Debe ser apasionante vestirse con una toga negra y poder decidir sobre cuestiones sobre las que se desconoce todo, dando doctrina y creando precedentes que perjudican a todo un colectivo (los autores, que ya estamos acostumbrados a ello) en favor de quienes se lucran a su costa y presumen, además, de víctimas de aquellos de cuya savia viven.
Y más aún si con ello se ganan las loas de los medios, siempre atentos a adoctrinar a aquellos que deben dirimir sobre cuestiones de su interés y muy agradecidos con quienes siguen la senda correcta, es decir, la que ellos han marcado.
¿Se sentirán reconfortados estos árbitros togados cuando se escuchan a sí mismos exponer sus argumentos, carentes de fundamento, ajenos a toda justicia y alejados de una realidad que no dominan, pero sobre la que se permiten dogmatizar?
Claro que, si puede parecernos algo excéntrica la sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona, qué podemos decir del artículo periodístico (?) que informa de ella (o más bien, que la deforma).
Dice El Confidencial que "Def Leppard y Whitesnake, dos históricos del heavy metal, dos grupos de los ochenta de melenas, punteos excesivos y mallas, han acabado ocasionando una sonora derrota a la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) en los tribunales".
¡Una sonora derrota!
Ya lo han oído.
¡Deben estar encantados!, ¿no?
Lo que no explican con claridad es en que consiste ese logro.
Concretamente, han conseguido que los promotores (empresarios) que organizan sus conciertos se ahorren un 70% en el pago de los derechos de autor, es decir, que ellos, que son autores de sus canciones, percibirán un 70% menos de dinero por ello, en beneficio del promotor (que se libra de pagar esa cantidad, aumentando, a su costa, su propio beneficio).
¡Pues menuda victoria!
Si eso es ganar, qué será cuando pierdan...
No tiene desperdicio tampoco el argumento del Tribunal, que sostiene que, aunque la Sgae hubiese bajado sus tarifas del 10% al 8,5% (mediando, además, un acuerdo con el sector), "esas tarifas seguirán siendo abusivas mientras no se aproximen claramente a la media europea, y de forma particular (y tan particular, por cierto) a las aplicadas por la entidad británica", que es de un 3% de la taquilla".
Vamos, que seguirán siendo abusivas hasta que sean las que a su Señoría se le antojen, que para eso manda él en la Sala.
¡Y se quedan tan anchos!
De momento, parece desconocer la media europea (a la que apela para luego pasársela por el forro también, aplicando arbitrariamente la tarifa menor y a otra cosa) y que países de nuestro entorno, como Francia o Alemania, las tienen semejantes o, incluso, superiores.
Y tampoco explica muy bien por qué, ya puestos, debemos en esta ocasión, y porque a su Señoría le sale de la toga, asumir la tarifa británica del 3% (que, por cierto, en su caso, no solo se calcula en base a la entrada, sino a todos los ingresos del evento, como "merchandising" o restauración, algo que no han contemplado los ilustres togados).
Lo más sorprendente es que la Audiencia Provincial de Barcelona se haya autoconferido la competencia para decidir las tarifas del derecho de autor en España (o al menos en Barcelona), cuando uno pensaría que su labor sería juzgar si las aplicadas por la Sgae cumplen la normativa marcada por la LPI y la metodología establecida por el legislador y la autoridad competente.
Pero parece que esa función aburre a la Audiencia Provincial de Barcelona, mucho más creativa, y que ha decidido establecer las tarifas por sí misma y según su criterio, que empieza considerando la media europea, que claramente desconoce, y ya puestos a ello, mejor:
¿cual es la más baja?
El 3%, Señoría, en Inglaterra.
Pues esa y ya está.
¡lo que vales, Manolo!, le dirá su pareja, si la tuviera, claro, al llegar a casa (y si se llamara Manolo, que tampoco lo sabemos).
Ovación también en la Sala por parte de los promotores (que se ahorran un 70% a costa de los autores, de Def Leppard y Whitesnake en este caso), y aplauso de los medios que pueden, una vez más, fustigar con sus titulares a una Sgae de la que, en general, también son deudores (a ver si cae algo).
Y entusiasmo de la opinión pública que gusta de dejar su impronta en los comentarios "ad hoc" de los medios digitales, cómo no, que también se apuntan al jolgorio desde su habitual rigor y conocimiento profundo de la casuística.
Vemos "sentencias" como la de un tal "chucho"...(nosecuantos), que establece:
"No se sabe cómo, pero el batería de Def Leppard le hizo un corte de mangas a la SGAE".
Un corte de mangas muy caro, amigo "chucho". Con él han perdido un 70% de su dinero (regalándoselo al promotor). Un negocio redondo, desde luego.
Pero, y lo contento que se ha quedado "chucho" con este desahogo escatológico...
También está un tal RAMON-SMITH (de los Smith de toda la vida, supongo) que nos deleita con su sabiduría:
"No entiendo muy bien que (la tilde no tiene la culpa, Ramón) pinta la SGAE en unos grupos que tocan sus propios temas.....y donde no hay problemas de derechos de autor.... y donde los "hay" están pactados entre las compañías (cuando hay miembros que han estado en varios grupos , son coautores y tocan temas que tienen en común con sus otras formaciones...Rainbow/DeepPurple/Whitesanake ... BlackSabbat/Ozzy/Dio(fallecido)/.... etc)"
¡Lo que sabe este hombre!
En fin, para qué se lo vamos a explicar a este osado ponente, si no lo va a entender y lo pasa mucho mejor adoctrinando a sus semejantes, diciendo que "es un impuesto ( ese 3%) incluso a los que están tocando sus propios temas y no atentan contra los derechos de nadie" (los artistas que tocan canciones ajenas no atentan contra nadie, "Smith", ni pagan impuesto alguno a la Sgae por ello. Son los usuarios - en este caso los promotores de conciertos - los que deben pagar el derecho de autor, algo a lo que, como autores, tienen derecho aunque sean sus propias canciones las que, como artistas, interpretan, y no tienen por qué renunciar a cobrar en beneficio de promotores y empresarios).
Mejor ilústrate un poco de cómo va la cosa y luego das cursos, ¿no?
Acaba su "master class" afirmando que "Luego ya está el tema de que la SGAE pueda seguir teniendo autoridad alguna cuando incluso ha sido declarada como organización criminal por los tribunales..."
¿Y cuándo ha sido eso, amigo Smith?
El amigo Smith es de los que se indigna por la "presunción de culpabilidad del que compra un cd virgen, etc, etc". Se refiere, sin duda, al famoso y mal llamado "canon digital", que no suponía presunción alguna de nada, sino una simple compensación a una excepción a la prohibición de la copia privada que establece la LPI, que existe, por cierto, en todo el mundo civilizado (excepto en aquellos países en los que no se permite la copia y se castiga penalmente, como cualquier otro delito de apropiación indebida).
Será también, seguramente, de los que siguió pagando, ya sin ese furor, el mismo precio por los CDs, una vez que el PP eliminó el canon y lo cargó (muy disminuido) a los Presupuestos Generales del Estado, con lo que el amigo Smith lo continuó pagando, ya sí vía impuestos, y, además, por duplicado, puesto que el precio de los CDs no se bajó pese a ello, regalando, junto con todos los españolitos, 100 millones de euros anuales a los fabricantes tecnológicos y sus distribuidores (desapareciendo desde ese momento las habituales referencias a las fotos de los niños y demás argumentario con el que nos obsequiaban los medios a diario).
Pero eso sí, Smith muy contento, oiga...
Hay otras "joyas" del saber ciudadano, pero se las voy a perdonar.
Que los medios te cuenten la historia a su manera y desde su óptica (a menudo interesada en estas cuestiones), creando un embrollo difícil de entender para el más pintado, es algo a lo que estamos acostumbrados y contra lo que poco se puede hacer.
Que la opinión pública, víctima de este embrollo, nos regale sus teorías de la conspiración autoral y la revolución libertaria de la cultura libre y gratuita (ya saben, el derecho de autor es algo muy respetable, que todos defienden y valoran hasta que llega el momento de pagar), no es tampoco ninguna novedad (si acaso una muestra de esa particular idiosincrasia nuestra que tantas satisfacciones ha dado históricamente a nuestros competidores geopolíticos).
Pero que una Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona (o de cualquiera otra) haga un alarde de ignorancia, de arbitrariedad, de desprecio por la legislación vigente, por los derechos de los autores de este país y por la más elemental justicia, regodeándose en sus excéntricos argumentos y disparatando sin mesura, ni el menor rubor, es algo mucho más grave y pone en cuestión conceptos de la mayor importancia, como son la seguridad jurídica y el propio Estado de Derecho.
En fin, siempre nos queda el Tribunal Supremo (y en este caso van a tener con qué entretenerse...)
José Miguel Fernández Sastrón
(29 de noviembre de 2019)
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