Que se produzca una reunión de Pedro Sanchez y el ministro Guirao con una treintena de asociaciones culturales, vendida como la reunión con "el mundo de la cultura", y que en ella no esté representada la Sgae es uno de los episodios más vergonzantes de la Historia reciente de la entidad.
La Sgae, para que se entere de una vez este ministro "en disfunciones" que tenemos (y al que Pedro Sanchez no debería permitir imponer sus complejos y sus fobias tan alegremente) es la primera entidad de gestión española en cifra de recaudación y en número de afiliados y representa, hoy por hoy (por mal que lo esté haciendo), a todos los autores y editores musicales de este país, así como, al menos de momento y si la actual presidenta no dura mucho, a la gran mayoría de autores audiovisuales nacionales y dramáticos.
El ministro, José Guirao, "ha calificado de "muy positivo" este encuentro en el que el papel tanto del presidente del Gobierno como el del propio ministro ha sido "fundamentalmente el de escuchar propuestas y reivindicaciones".
Lo que no dice es que las propuestas y reivindicaciones del colectivo autoral y editorial de este país se las han pasado por el Arco de Triunfo, a instancias, precisamente, del propio ministro, que habría vetado la presencia de Sgae, ya que "Como entidad, tiene que ponerse al día de una serie de cosas que se les viene reclamando desde el anterior Gobierno y por este Gobierno también y además el 15 de julio de 2018 se acabó el plazo: no sabemos a qué están esperando".
Para muchos, sin embargo, esta explicación ministerial, aparte de ser una nueva muestra de su habitual incontinencia, no hace sino disfrazar una realidad distinta, que no es otra que la de una nueva rabieta improcedente por parte de un ministro que ha demostrado su incapacidad para resolver absolutamente nada en lo relativo a esta cuestión.
Dice Guirao que no sabe "a qué están esperando" (por Sgae), pero son muchos los socios que lo que no saben es a que espera este ministro vociferante, amenazador, indiscreto, pero completamente ineficaz en el cumplimiento de su función supervisora.
Luego matiza el ministro, quizás consciente de que, una vez más, ha metido la pata, cuando dice, después de quedarse a gusto, que "esto no tiene nada que ver con los socios y creadores" de la entidad, a los que Cultura "defiende absolutamente".
Pues ya nos explicará el señor Guirao como puede no tener nada que ver con los socios el que decida vetar a su entidad y privarla de manifestarse ante quien estaba ahí con el papel "fundamentalmente el de escuchar propuestas y reivindicaciones". Parece ser que todas, menos las de la entidad de autores y editores más importante de nuestro país.
Que ponga como excusa de su veto el que "lleva más de un año sin cumplir la ley", no solo es una muestra de su incapacidad como supervisor (y principal responsable de exigir ese cumplimiento), sino de cómo su frustración personal puede afectar a un colectivo tan importante, indefenso ante la desidia ministerial y la megalomanía de su actual presidenta, una conjunción astral difícilmente repetible y que, de no actuar con rapidez y diligencia, puede acabar con la Sgae y todo lo que representa para los autores y editores españoles (y en español), para regocijo de algunos (entre los que parece destacar quien tiene la obligación de protegerlos). No en vano, suya es la afirmación el pasado febrero de que "Si la mayoría considera que el modelo SGAE no es viable, surgirán otras entidades de gestión", aseguró el titular de Cultura en una entrevista con 'Servimedia', donde precisó que las entidades de gestión europeas podrían asumir su actividad, dado que "pueden operar aquí" .(https://www.elperiodico.com/es/politica/20190226/cultura-guirao-modelo-sgae-no-viable-otras-entidades-gestion-7325159). Todo un alarde de no entender la importancia estratégica del sector para nuestra posición cultural en un mundo globalizado (y no solo la nuestra, sino la de toda la cultura iberoamericana), invitando a nuestra competencia directa a "mojarnos la oreja".
Pero si inadmisible resulta la actuación del ministro, no lo es menos la de la actual presidenta de la Sgae, Pilar Jurado, ante una humillación a sus socios de esta envergadura. El que la presidenta esté de vacaciones no impide que desde la entidad se la informe de la reunión prevista y del veto ministerial.
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No sé si lo hicieron o no. Si les pilló de sorpresa, malo, y si, sabiéndolo, no la informaron, peor.
Pero si, informada como se le supone, Pilar Jurado se limitó a continuar sus vacaciones, sin exigir públicamente una explicación de Guirao a Sgae y sus socios y la oportuna rectificación (ya que quiero entender que en Sgae conocerían la existencia de dicha reunión y se lo trasladarían a la presidenta para que tomara las medidas oportunas antes de su celebración), permitiendo, una vez más, que estos, así como la Junta Directiva que los representa, se enterasen de este nuevo despropósito por la prensa, entonces ya debería estar haciendo las maletas de vuelta a su casa con una dimisión que, al menos, dignifique mínimamente su negligente actuación, que ha permitido la marginación pública de todos los autores y editores a los que (aunque muy a su pesar, en muchos casos) representa .
Publicaba Pilar Jurado el pasado 30 de julio una fotografía acompañada de uno de sus habituales textos literarios, en el que nos decía que, pese a estar a finales de julio, ella, trabajadora incansable, seguiría al pie del cañón. Independientemente de ser una de sus típicas triquiñuelas propagandísticas (pues ese mismo mediodía dejaba su despacho para iniciar sus vacaciones, lo que en sí mismo nada tiene de censurable salvo el ocultarlo) y de enviarnos su cariño, lo que parece es que la supuesta vigilia presidencial ha servido de muy poco, al menos en este caso.
Hoy, 9 de agosto, los socios de Sgae nos enteramos por la prensa de que hemos sido vetados en una reunión con el Presidente del Gobierno, a fin de trasladar las inquietudes y propuestas del colectivo cultural de cara a la nueva legislatura.
La habitualmente tan locuaz presidenta no ha tenido la delicadeza de enviarnos alguno de sus almibarados comunicados para explicarnos esta humillación a los socios de Sgae.
Guirao se equivoca dejando que sus fobias y prejuicios marquen su política como ministro.
Pero la mayor equivocación la ha cometido quien, desde la presidencia de la entidad, ha permitido esta colosal burla a sus socios, sin hacer nada para evitarlo, ni exigir siquiera una satisfacción posterior.
Y la cometerá con ella su Junta Directiva si no pone fin de una vez a este desvarío constante y a una gestión megalómana, negligente, ignorante y muy lesiva para la Sgae y sus socios. Unos socios que asisten atónitos a este nuevo desprecio del ministro Guirao, consentido por quien debería pelear por ellos y su derecho a no ser ignorados por la frustración de un político que ha fracasado estrepitosamente y que sigue mostrando su incapacidad de solucionar un conflicto que le queda grande, muy grande.
Lo que ocurre es que la vergüenza, de unos y otros, brilla por su ausencia...
José Miguel Fernández Sastrón
(9 de agosto de 2019)
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