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La otra Sgae...

Foto del escritor: asesorautorasesorautor

"No sé con qué armas se luchara en la III Guerra Mundial, pero la IV Guerra Mundial será luchada con palos y piedras".

(Albert Einstein).

Rara vez hemos asistido a una manifestación directa y concreta de los trabajadores de Sgae acerca de cuestiones de gobernanza, habiendo estos mostrado siempre un exquisito respeto a los socios, sin cuestionar sus decisiones políticas.

Hemos visto, sí, alguna vez, pancartas en Longoria, pero siempre en un escenario propio de la acción de un comité de empresa en defensa de las condiciones laborales y los derechos de los trabajadores de la entidad, todo dentro del normal ejercicio de su función reivindicativa.

También se han dirigido en alguna ocasión a los órganos de gobierno, mediante escritos y notas, pero en general se trataba de cuestiones de índole administrativo, o de reivindicaciones de carácter laboral, normalmente, insisto, dentro de su ámbito natural de actuación.


La situación actual de la entidad, sin embargo, que hemos venido denunciando en los últimos meses, hace que la preocupación en la plantilla sea cada vez mayor, así como su frustración e inquietud al ver como se gestiona a golpe de capricho presidencial, con la irresponsable permisividad de una Junta Directiva que solo parece atenta a sus dietas (que, según nos cuentan, uno de sus miembros, el vicepresidente Fermín Cabal, solicitó aumentar en su cuantía ante la carga de trabajo que vienen soportando), mientras se despide y se contrata, día sí, día no, a nuevos directores y se crean puestos a medida para algunos miembros de la propia junta.

La irrelevancia política de la actual presidenta, la ausencia de un proyecto político real y la necesidad de recabar apoyos entre unos junteros divididos sin otro objetivo que la permanencia en el cargo, hacen necesaria una intensa actividad de reparto de juego por parte de una Pilar Jurado incapaz de asumir que está llevando a la entidad al desastre.

Despacho de lujo para el nuevo "valido" (ya veremos si válido) y para otros "asesores", socios allegados, además de movimientos de cargos institucionales en la Fundación, en empresas del grupo y otras prebendas con las que la presidenta pretende (y parece conseguir) aunar voluntades políticas, por emplear un verbo neutro, y mantenerse unos meses más en una huída hacia ninguna parte, cuyo final solo puede ser trágico.


El caso es que entre la masa social reina un desánimo que raya en la resignación. Los anuncios de retiradas se imponen a las llamadas a una acción coordinada que permita recuperar el sentido común en una Sgae de pesadilla.


Las editoras multinacionales anuncian su marcha, junto con relevantes autores musicales (aunque, aparte del rumor de la llegada de la SESAC, una herramienta especulativa en el ámbito de los derechos de autor, bajo control del "fondo buitre" Blackstone, no existe a la fecha alternativa alguna en España, lo que los obligaría a recurrir a una entidad extranjera y asumir, no sólo que Sgae siguiera en la práctica recaudando sus derechos, sino también someterse a un retraso en su cobro y a un doble descuento).


Pero también son muchos los autores del Audiovisual que han anunciado su marcha y en su caso si existe una alternativa, DAMA, una iniciativa promovida por el PP cuando llegó al poder en 1996, para debilitar a una Sgae que consideraban "feudo socialista", y cuya historia no se ha contado nunca con el debido detalle, pero que independientemente de ello ha consolidado su mercado, por virtudes propias y errores ajenos, llegando a hacerse con el mayor porcentaje del repertorio internacional (incluido el norteamericano). La fuga de autores audiovisuales españoles de Sgae a DAMA (que es hoy su punto débil) la consolidaría como primera entidad española en ese ámbito.


Y la pregunta es:


¿Qué será de una Sgae sin los repertorios musicales multinacionales, sin sus más relevantes autores nacionales y sin repertorio audiovisual internacional y nacional?


Eso, que no parece ser un problema para la actual Junta Directiva (algunos, incluso, verán como una oportunidad soñada esa Sgae sin músicos que vuelva a sus orígenes escénicos, sin pensar que con ello no llegarían ni al primer fin de mes) y que han permitido la irresponsabilidad de un colegio de Pequeño Derecho (inmerso en sus disputas internas y mayoritariamente atento a su propio interés cortoplacista y disparatado) y la mermada (en fondo y forma) composición de un colegio editorial desnaturalizado, sí ha causado en cambio la alarma entre los trabajadores de la casa, verdaderos profesionales del sector, que temen el naufragio de una entidad centenaria, a la que en muchos casos han dedicado toda su vida, que va a la deriva y sin gobierno más allá de la actividad frenética de una megalómana saltando la banca para mantenerse en la poltrona.

Se anuncian nuevos despidos (alguno muy grave y que, dicen incluso las malas lenguas, desaconsejaría el propio director general, ante la presión de una Pilar Jurado desatada y mal aconsejada por sus confidentes) y el equipo gestor es, cada día más, una caricatura impotente en manos de la incompetente soberbia presidencial, ante el aplauso florido de sus "palmeros".


Todo ello ha hecho que los trabajadores de Sgae se manifiesten con claridad y sin cortapisas, enviando una carta a la Junta Directiva en la que, desde el respeto y con toda corrección, muestran su preocupación por la situación y solicitan la convocatoria de unas elecciones como única solución posible (uniéndose en ello a todos los que lo han hecho ya).

La primera carta es de los trabajadores de Cataluña, que se envió el pasado 23 de julio y a la que hemos podido tener acceso, pero nos consta que ya hay otras en marcha, que pudieran estar en proceso de envío, o, incluso ya enviadas.


El mensaje es claro:

Lo que no lo es tanto es si los miembros de la Junta Directiva lo habrán recibido, o habrá decidido la presidenta, una vez más, evitarles las malas noticias, para bien del consenso y de la gobernabilidad, naturalmente (lo que traducido viene a ser, para ocultarles, de nuevo, una realidad incómoda y evitar posibles reacciones adversas, por otra parte muy improbables).

De lo contrario, sería inexplicable que esta cuestión no hubiera surgido en la pasada reunión del pasado día 25. Y no se informó de ello, ni nadie preguntó.

Y eso sí es verdaderamente grave (y, desgraciadamente, no infrecuente).

Pilar Jurado, que no tuvo reparo en explicar a la Junta Directiva, ante la patética desautorización de la CISAC a sus declaraciones, que Oron Gadi, director general de la organización internacional, mentía (y así debería constar en el acta) y que ella tenía pruebas de ello (que, naturalmente, no mostró), sin que ninguno de los presentes mostrase crítica alguna, admitiendo dócilmente su versión, tampoco habría querido trasladar la misiva de los trabajadores a los miembros de la Junta, pese a ser los destinatarios de la misma.


La pregunta es:


¿Quién recibió la misiva en cuestión?

Lo usual es tramitarla a través de la secretaría general, que sería la encargada de darle curso (otro asunto espinoso para el nuevo Secretario General, que no parece empezar con buen pie).


¿Y por qué no se ha enviado a sus destinatarios?

Dudo mucho de que desde la administración se tome esa decisión. Lo habitual es solicitar la autorización de presidencia, siendo esta la que daría "luz verde" al envío, lo que, según parece, no ha ocurrido.


La "realidad onírica" de la presidenta se parece cada día más a una pesadilla, de la que los órganos de gobierno son colaboradores necesarios por acción u omisión y a la que los socios de Sgae deberíamos hacer frente antes de que sea tarde.


Marcharse no es una opción. O no la mejor, en todo caso.


Entregar la casa centenaria de los autores y editores españoles a la ambición delirante de algunos, a los designios teledirigidos de usuarios que capitalizan la penuria del sector, a la general desidia culpable de sus representantes y a la arbitrariedad de la "khaleesi" desnortada que la encabeza merced a la mediocridad de un entorno agradecido, no es la solución.


Lo saben los trabajadores de la casa, esa otra Sgae a la que se pretende silenciar y con los que tenemos una deuda de gratitud todos los socios por su entrega y dedicación siempre y muy especialmente en los momentos más difíciles que ha atravesado la Sgae a lo largo de su Historia. Personalmente siempre encontré su colaboración para todo aquello que fuera en beneficio de la entidad y sus socios durante mi presidencia, así como también su crítica leal y sincera cuando lo consideraron oportuno.


Y deberían saberlo los socios también, de quienes se están burlando a diario y que deberían tomar cartas en el asunto, si no queremos que en la próxima contienda se luche con palos y piedras...




José Miguel Fernández Sastrón

(30 de julio de 2019)



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