La égloga presidencial
- asesorautor
- 6 abr 2019
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La comunicación con los socios es un capítulo importante en la gestión presidencial de cualquier organización y, cómo no, también en el caso de la Sgae.
Se debe comunicar a los socios todo aquello que sea de su interés y que les afecte de una u otra forma, tanto sea para bien, como para mal, de manera que puedan conocer la realidad que les atañe y actuar en consecuencia, de ser necesario.

Por ello, cuando recibimos un comunicado de la presidencia de la entidad, los socios esperamos encontrar en él algo más que una exaltación personal y una declaración de propósitos más o menos abstractos, algo que parecería más propio de un primer mensaje de salutación, o incluso de una campaña electoral, que de una comunicación informativa desde la más alta instancia de la entidad.
Estoy seguro de que todos los socios nos congratulamos del autoproclamado compromiso de la Presidenta con la defensa de los derechos de los autores, así como de que éste se vea reforzado a raíz de su cargo, pero no lo estoy tanto de que esta emoción, de la que ha querido hacernos partícipes, sea motivo suficiente para justificar un comunicado oficial a todos los socios. Cuando no se tiene nada relevante que decir, es mejor no decir nada y dejar las manifestaciones emocionales y los cantos de sirena para las redes sociales.
Independientemente de esa peculiar obsesión de la mayoría de los últimos presidentes por considerarse pontífices de una "nueva Sgae" (empeño que yo nunca compartí), en la que parece haber incurrido también Pilar Jurado, su llamada al orgullo autoral me parece también un poco artificiosa y milonguera. Creo que los autores tenemos muchas razones para sentirnos orgullosos de una entidad centenaria como Sgae, con sus luces y sus sombras, como toda obra humana, y difícilmente puedo pensar que ello solo podrá producirse en virtud de una nueva égida que hará que los socios caigamos de nuestra cabalgadura simultáneamente, cegados por la luz de una revelación mesiánica.
Que la Presidenta haya "trabajado con fuerza para dar respuesta a los requerimientos del Ministerio de Cultura y así evitar la intervención administrativa con la que se nos amenaza" es muy de agradecer y suponemos que no solo ella, sino que también lo habrán hecho el resto de miembros de su junta y, naturalmente, la administración.
Pero que lo haya conseguido es cosa distinta, ya que es de todos conocido que ninguno de los requerimientos exigidos por el ministerio (con mayor o menor razón) se han cumplido, al menos de momento y pese a tan encomiable esfuerzo. De hecho, ni se ha producido la puesta al día de los estatutos, según la normativa vigente, ni se ha implementado el voto electrónico para todos sus procedimientos de toma de decisión que implique a los socios, ni se ha modificado el reparto del pasado diciembre, pese a su rechazo por parte de la asamblea.
Tampoco se ha solucionado la cuestión deontológica, pendiente de que la esforzada presidenta tenga a bien convocar a la comisión encargada de examinar los posibles conflictos de interés que pudieran existir (y que ya han apuntado) para que exponga sus conclusiones ante la Junta Directiva, que deberá tomar las decisiones oportunas al respecto. Y no será porque no se han convocado juntas extraordinarias en esta legislatura para cuestiones de menor abolengo y que bien podrían haber incluido este punto.
Lo que parece evidente, por lo tanto, es que las razones que justificaron la solicitud de intervención permanecen inmutables y que en lo que sí tiene razón la presidenta es en que "Aún queda camino por recorrer y para hacerlo con las mejores garantías, será necesaria la colaboración de todos..." , aunque algo más críptico suena eso de "lograr que la Entidad trabaje de manera autónoma e independiente y al mismo tiempo con el cumplimiento de legalidad". No tengo muy claro respecto de qué o quiénes debe ejercitarse esa autonomía y esa independencia, pero me tranquiliza que en todo caso se considere el cumplimiento de la legalidad como un objetivo, aunque no parezca serlo a corto plazo..
Lo que es más dudoso es el anuncio en el que nos comunica la presidenta que "Estoy formando un equipo de directivos del más alto nivel que nos ayuden a defender los intereses de los socios, que es nuestro principal objetivo" (siempre esa primera persona del singular que, aparte de resultar algo contradictoria con las competencias propias del cargo, resulta muy poco generosa y algo jactanciosa). Y es dudoso porque, por lo pronto, más que formar un equipo lo está desmontando, pues son más los ceses y dimisiones que los nombramientos debidos a su afán. De momento, eso sí, ha traído a un viejo amigo y benefactor como director general, al que pretendió (con esa generosidad tan propia de quienes tiran con pólvora del Rey, en este caso de los socios) blindar por cuatro años a espaldas del consejo, que le perdonó el desliz a cambio de dejarlo simplemente en dos. Y debiera ser éste, en función de su cargo, el encargado de conformar un equipo ejecutivo, aunque parece ser que anda más interesado en la cortesía institucional y las relaciones públicas que en las prosaicas cuestiones de la gestión diaria.

Pero lo que ya supera cualquier expectativa (y ya son muchas las generadas) es el párrafo penúltimo, en el que la Presidenta nos revela que "Los derechos que gestionamos son ya derechos de la cultura en español y van más allá de nosotros mismos. Tenemos que actuar con la responsabilidad que requiere una empresa tan importante, en la que tenemos un papel fundamental, no sólo en España sino también en Latinoamérica".
Quizás alguien en la casa (y mucho me temo que no será el señor Recio) debería aclarar a la presidenta que "los derechos que gestionamos" no son solo "derechos de la cultura en español", sino todos aquellos que se generan en nuestro ámbito territorial, independientemente del idioma en que se expresen, no ya solo por nuestra propia diversidad lingüística, sino, además, en virtud de nuestros contratos de reciprocidad internacional. Al menos así era en la Sgae que yo he conocido, aunque no sé si la "Nueva Sgae III" que nos anuncia Pilar Jurado habrá cambiado su criterio y sus objetivos esenciales en este aspecto.

Si bien es cierto que "SGAE es nuestra casa y nuestro futuro está en las manos de todos nosotros", la verdad es que, a día de hoy, está un poco más en las suyas, señora Presidenta, y precisamente porque tiene razón cuando dice que "Tenemos que actuar con la responsabilidad que requiere una empresa tan importante...", sería recomendable empezar por permitir trabajar a los que saben (si es que dejan a alguno/a en Longoria y no la llenan de deudos y profesionales del "paracaidismo" administrativo).
Y, de paso, dejarse de tanto autobombo narcisista y tanta égloga por entregas.
José Miguel Fernández Sastrón
(6 de abril de 2019)
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