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‘Quid pro quo’

Foto del escritor: asesorautorasesorautor

La gratitud es una gran virtud. Agradecer a quien nos favoreció nos engrandece como personas y asumir como una deuda personal con nuestros benefactores los favores recibidos debiera ser obligado para todos nosotros, o al menos para aquellos que aspiremos a una cierta bonhomía.

Miguel Angel Recio Crespo ha sido nombrado nuevo Director General de la Sgae, a propuesta de la presidenta, Pilar Jurado, quien a pocos días de acceder al cargo ya he hecho una auténtica revolución administrativa en la entidad. Bueno, por lo menos lo ha intentado, porque con su ímpetu dejó la cosa un poco en el aire, sin Secretario General, sin firma autorizada, con la recién nombrada directora de Servicios Jurídicos dimitida y el ambiente muy revuelto entre la plantilla. De hecho hubo que convocar otra reunión extraordinaria (dieta va, dieta viene) para cubrir las lagunas producidas por una evidente falta de previsión, algo, por otra parte, que empieza a ser una costumbre (muy lucrativa, por cierto).

El nuevo Director General viene a sustituir al anterior, Gerardo Rodriguez, quien ocupaba el cargo desde noviembre de 2018, que simultaneaba con la dirección financiera de la entidad que de momento mantiene.

La verdad es que la decisión de sustituirlo (y la prisa) cayó un poco por sorpresa en los pasillos de Longoria, ya que no había motivo aparente para ello. La propia presidenta, como consejera, había votado a favor de su nombramiento apenas unos meses antes, sin que se haya producido, al menos que se sepa, contingencia alguna que pudiera cuestionar la labor de Gerardo Rodriguez como Director General.

Por otra parte, se ha llegado a comentar que se acusaba a Rodriguez, junto con el cesado Carlos Lopez, de haber trabajado contra los intereses de la sociedad y en favor de una intervención ministerial que, según esta opinión, deseaban y promovían con los técnicos del ministerio. La versión no se sostiene mucho y parece más bien cogida por los pelos para intentar justificar lo que para muchos resulta injustificable, con apariencia de un típico cambio de cromos.

Además, no tendría mucho sentido que, si la presidenta tuviera ese concepto del cesado Director General, no solo no hubiera tomado las medidas exigibles al caso en el ámbito adecuado, sino que hubiese mantenido a Rodriguez como director financiero de Sgae, un puesto de enorme relevancia y que requiere de una máxima confianza.


El problema de Gerardo Rodriguez, mucho me temo, era más sencillo y prosaico: estaba en el lugar equivocado en el momento inoportuno y su cargo era algo apetecido por la presidencia, que lo tenía ya adjudicado.

Claro que todo en esta vida tiene una explicación mucho más sencilla de la que a menudo imaginamos. Decíamos que la gratitud es una gran virtud, y así es. Pilar Jurado tenía motivos para estar agradecida al nuevo director general. No en vano, tal y como podemos leer en los medios, fue precisamente Miguel Angel Recio Crespo, entonces director general del INAEM, quien la propuso como vocal del Consejo Artístico de la Música, órgano de participación y asesoramiento del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) "en atención a su prestigio y especiales conocimientos técnicos".


Sin embargo, esa gran virtud, cuando se practica con cargo a terceros, puede no serlo tanto. En política se da mucho eso del hoy por ti y mañana por mi y los puestos se reparten entre compañeros de viaje con mucha naturalidad. Pero eso no parece tan propio de una entidad privada. La gratitud, para ser virtuosa, debe ser personal e intransferible y, desde luego, con cargo al patrimonio propio y no al de los socios a los que uno representa, cuyos intereses (entre los que está el contar con una buena gestión) se deben defender por encima de cualquier otra consideración. Y desde luego debe ajustarse a la exigencia de transparencia y lealtad exigibles a todo mandatario que responde, o debe hacerlo, ante unos órganos de gobierno y una masa social (que, no olvidemos, es finalmente quien paga la factura).


La presidenta de Sgae es persona activa en los medios y parece disfrutar de su posición, desde la que nos lanza mensajes llenos de optimismo y, si me lo permiten, cierta complacencia que la realidad es reacia a justificar. Ayer, sin ir más lejos, y tras criticar con su recién estrenada autoridad al Ministro, José Guirao (los estrenos tienen estas cosas), afirmaba que "He tenido juntas directivas con mayorías y con unanimidades que no ocurría desde hace décadas"

(algo que no hace sino confirmar que, al margen de obviar que la unanimidad es producto de la voluntad de más personas, lo que invitaría a una pluralización más generosa en su afirmación, no ha tenido tiempo de estudiar mucho las actas de reuniones anteriores a su elección, en las que ha habido también mayorías e incluso unanimidades, algo que ha ocurrido de vez en cuando, tanto en pasadas legislaturas, como más recientemente, con Hevia a los mandos, y con la señora Jurado ya en la Junta, lo que debería recordar).

Pero parece que su convicción de ser una especie de "Mesias" que ha traído por fin el buen juicio a la casa de los autores (algo que se contradice bastante con los hechos que venimos conociendo, por otra parte) es firme y sin fisuras. Y la Junta Directiva (que son 34, no 12) la sigue con abnegado fervor, incluso en esos momentos de ira o desasosiego en los que asoma su arbitrario manejo de la administración.


Decía ayer también que "El próximo viernes por la mañana vamos a hacer una rueda de prensa en la que voy a contar exhaustiva y detenidamente todo lo que me he encontrado y todo lo que he hecho en estos 20 días"

La cosa promete, desde luego. Independientemente de lo que se haya encontrado, que no debiera ser tanto si ha ejercido su cargo de consejera con la diligencia deseable durante los últimos cuatro meses, en los que ha participado de las decisiones que se han tomado, lo que resulta más interesante es la expectativa de que nos cuente, exhaustiva y detalladamente además, "todo lo que he hecho en estos 20 días".

Me pregunto si, además de contarnos lo de sus inéditas mayorías y unanimidades, su reciente descubrimiento del "value Gap" y su imprescindible gestión frente a una entidad que lleva más de un siglo agonizando a la espera de su llegada proverbial, nos contará algo que si es verdaderamente novedoso y en lo que sí ha sido pionera la presidenta.


Si la elección de Recio es un error de bulto (por su perfil, su falta de conocimiento del medio y su evidente vinculación con la presidenta), el procedimiento de su nombramiento (prescindiendo caprichosamente del director general anterior) no lo es menos. Pero lo realmente grave, de confirmarse, y como socio no duden de que exigiré la certificación oportuna, es la supuesta firma de un blindaje de cuatro años al nuevo director general, sin el consentimiento del consejo de dirección, lo que sería una decisión unilateral de la presidencia.

Eso, señora Jurado, sí que es inédito y en ello puede considerarse usted pionera.


Lo de Recio y la presidenta parece el típico caso que se suele asociar al tópico ‘Quid pro quo’, aunque algunos, más versados en latín, o, simplemente, en la vida, utilizarían otra expresión latina que se ajusta mucho mejor a la circunstancia:

‘Do ut des’.

El nuevo Director General de Sgae, cuyo perfil político se aleja de la calificación técnica que requiere el puesto. Los socios de Sgae preferirían, seguramente, alguien cuyo anhelo como gestor estuviese más enfocado en la gestión colectiva y la recaudación y reparto de derechos de autor.

El agradecimiento de Pilar Jurado a Miguel Ángel Recio se mide en una cifra más que jugosa que asumen los socios de Sgae por voluntad directa de su presidenta y de nadie más, ya que, seguramente también "en atención a su prestigio y especiales conocimientos técnicos", ha decidido garantizarle una cómoda estancia, al menos de cuatro años, fuera de la incertidumbre que reina en la entidad y que ella misma ha contribuido a crear (o, si no fuera así, el derecho a una generosa indemnización que pagarán los socios). Hablando en plata: Un blindaje de cuatro años que no tiene precedentes (al menos en la última década, como tanto gusta de señalar Pilar Jurado) decidido unilateralmente por la presidenta, sin someterse a la supervisión y necesaria aprobación del Consejo de Dirección, al menos según comentan algunos de sus miembros.


No dudo de su agradecimiento, ni de su admiración hacia el señor Recio (que hace bien, además, en pretender una seguridad que no parece brindar la inestabilidad de la actual Sgae). Pero sí, y mucho, de la legitimidad de esta decisión, e, incluso, de su legalidad. Y eso incluye responsabilidades que no pueden obviarse (empezando por las que deberían exigir los consejeros y llegando hasta las que, en el ámbito que proceda, podrían exigir los socios).



La pregunta es:


¿Va a contarnos algo de esto la presidenta en su actuación mediática de mañana viernes?



José Miguel Fernández Sastrón

(19 de marzo de 2019)












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