b) Pasado reciente (cont)
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El resultado de los esfuerzos de Galindo y Hernández, que comentábamos en la primera parte de esta serie, dio lugar a las elecciones de 2012, aunque a desgana, ya que intentaron evitarlas a toda costa, inventando fórmulas de todo tipo y consensos inimaginables que legitimasen una situación inédita, como era la de la comisión rectora de 2011/12, en la que se movían como pez en el agua (ellos y alguno más). Sé bien de lo que hablo, ya que a mi personalmente me ofreció Hernández (como presunto "líder de la oposición", ya que mi candidatura DOM, había obtenido un nada despreciable 43% de los votos en las recientes elecciones de junio de 2011) un pacto consistente en entrar en la directiva con alguno de mis compañeros de candidatura y apoyar el nombramiento de un consejero delegado elegido por el propio Hernández. Naturalmente, rechacé su oferta, dejándole claro que yo solo entraría en la Junta Directiva cuando me eligiesen los socios y que la única posibilidad en esos momentos era convocar unas elecciones. Me ocupé también de dejar claro a ese consejero delegado en ciernes que no existía el consenso que Hernández le había asegurado, por lo que, según me contaron, salió disparado y se quitó de en medio. Debo decir que esta postura me costó alguna "deserción" entre mis compañeros de candidatura, partidarios del acuerdo con Hernández y de entrar en la Junta por esa puerta trasera. Pero este capítulo de mi paso por Sgae lo reservo para otro momento, junto con algunas otras anécdotas de la época.
Mayo de 2012
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El caso es que no pudieron evitar las elecciones, pero como ya hemos comentado, las prepararon a conciencia (empezando por los cambios en las normas electorales a los que me referí anteriormente y siguiendo por una campaña en la que el "oficialismo" puso toda la carne en el asador).
El resultado fue una Junta Directiva que cumplía con toda precisión con las expectativas y se reunía por primera vez el día ocho de mayo de 2012, dando origen a esa "Nueva Sgae" post-bautistiana, aunque entre sus miembros había varios que habían pertenecido a las juntas de Teddy. Yo mismo lo hice, entre 2007 y 2011, pero también eran veteranos junteros otros como José Luis Cuerda, Manuel de la Calva, Imanol Uribe, Joan Albert Amargós y, por supuesto, los representantes de las editoriales, Manuel Lopez-Quiroga, Rafael Aguilar Grabowski, MªTeresa Alfonso (cuya capacidad de simbiosis con el liderazgo vigente es asombrosa) y, cómo no, el eterno representante de Warner, Álvaro de Torres, que lideraba el colectivo con mano férrea.
Daba comienzo, pues, la hoja de ruta:
1º) Elección de Reixa como Presidente de la "Nueva Sgae". Esto tuvo su "suspense" ya que, merced a un típico desliz a los que Hernández es tan propenso, surgió un inconveniente: Reixa era miembro del Colegio de Pequeño Derecho, pero su grupo era minoritario en ese colegio (de hecho, solo tres, él mismo, Jesús Gluck y Oscar Gomez) por lo que no formaría parte del Consejo de Dirección, que debía elegir el Colegio y que, naturalmente, no lo eligió a él.
¡Se pretendía nombrar presidente del consejo de dirección a alguien que no formaría parte de éste!
Algún día me explayaré en este episodio, porque no tiene desperdicio como muestra de lo que fue esa etapa insólita de la Sgae.
El caso es que, contraviniendo un artículo reglamentario, se nombró a Reixa Consejero, privando al Colegio de Pequeño Derecho de su libre albedrío, y se parcheó a posteriori el asunto con unos cambios en la normativa, todo ello con el beneplácito de un representante del Ministerio, que bendijo el dislate.
De esta forma, Reixa accedió por fin a la Presidencia, que era el objetivo, y se consolidó esa débil mayoría que precisaba, inexorablemente, del apoyo de un compacto colegio editorial, liderado por Álvaro de Torres, dispuesto a venderse muy caro.
De momento, una de las primeras gestiones fue la culminación del polémico rescate extraordinario del P.I, que fue tan oportunamente favorable a los repertorios internacionales y en el que no me extenderé (hoy), dado que creo que el tema sigue deambulando por los juzgados.
2º) Cumplidos los objetivos políticos, venía la segunda parte, que debía consolidar esa desunión autoral que permitía el control de la sociedad por parte de los "elegidos" (no confundir con electos).
En ello se esmeró también Hernández, dedicado a estimular la desafección del colectivo audiovisual, fomentar un "coqueteo" con la entidad competidora en ese ámbito, DAMA (con una cuota de mercado residual, entonces, y una delicada situación financiera), cuyo resultado a día de hoy es de sobra conocido. También merece un capítulo aparte (pues no es cuestión baladí, ni mucho menos), pero me limitaré ahora a decir que la estrategia dio los frutos deseados, creando una confusión en el entorno audiovisual, fomentando viejas rencillas, estimulando también la prepotencia de parte del colectivo de Pequeño Derecho y creando, en definitiva, o eso pensaban al menos, una grieta insalvable entre audiovisuales y músicos dentro de la Junta Directiva, que garantizaba el adecuado sistema de mayorías.
Y quién sabe si algo más...
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En todo caso, la etapa de Reixa no duró mucho. En apenas 14 meses consiguió que sus propios partidarios lo cesaran fulminantemente, aunque tuvo tiempo de dejar "perlas" en su gestión que han condicionado, y mucho, el devenir de la entidad. Y no precisamente para bien. Sus negociaciones con las televisiones nos costaron millones de euros (entre descuentos y sanciones de la CNMC), su populismo facilón y oportunista creó las bases de una inestabilidad social sin precedentes y salió por la puerta trasera, de forma muy poco elegante, por cierto, dejando una entidad debilitada, dividida y desprestigiada a sus espaldas.
Sus propios aliados, Fermín Cabal y Antonio Onetti, explicaban, en una carta dirigida a los socios, el motivo de su cese, sin dejar mucho lugar a las dudas.
Decían, por ejemplo, que "El presidente que elegimos hace un año ha demostrado una gran capacidad de trabajo, que le agradecemos, pero ha mostrado también enormes dificultades para ejercer su papel como un presidente de consenso. Por el contrario, se ha orientado de una manera cada vez más evidente hacia posturas personalistas, tomando decisiones que no han sido debatidas previamente en los órganos de dirección, omitiendo una y otra vez información relevante, abusando de la amplia confianza que le hemos dado la mayoría de los directivos y reaccionando violentamente contra quienes, en algún momento, puedan haberle llevado la contraria".
Cabal y Onetti defendieron solidariamente las cuentas de Reixa en la asamblea previa a su cese, pero en esa misma carta posterior aseguraban que "ya no podemos seguir tapando agujeros, y menos aún tras las graves irregularidades aparecidas en Fundación Autor tras la presentación de las facturas de Thesan Capital, una empresa a la que se le ha concedido un contrato para la desinversión de los activos de Arteria, a propuesta personal del presidente, con omisión a los patronos de informaciones que consideramos relevantes y convenciendo al patronato para que le fueran otorgadas unas condiciones privilegiadas de las que han hecho abuso y que hemos tenido que terminar denunciando, después de una tremenda sangría económica".
Blanco y en botella...
A la salida de Reixa le siguieron, no mucho después, las de Hernández (que pese a un despido por un presunto conflicto de intereses "de libro", fue recompensado por la Junta Directiva con una generosa indemnización, otra cuestión que abordaré en el futuro) y la de Galindo, por jubilación (hombre pragmático, seguramente vio las nubes que se cernían en el horizonte).
El caso es que con ello se cerró una etapa muy desafortunada, el "Reixismo", pero con una herencia que marcaría el futuro de la entidad, que acapararía los medios de comunicación y que supondría el mayor conflicto de su historia, probablemente.
Creada la división política y también la interprofesional, Reixa dejó el germen de un conflicto que no debió ignorarse, pero que debió abordarse de forma interna, cabal y consensuada.
Él, simplemente, lo utilizó como salvavidas político y al final como excusa mediática.
Antón Reixa no fue nunca un "Robin Hood", como él ha pretendido vender y algunos han querido comprar, ni su cese tiene nada que ver con lo que él ha manifestado (y con cierto éxito mediático, hay que reconocérselo), en un intento de imponer otra "posverdad" de esa "Nueva Sgae" que inventó y que duró "lo que duran dos peces de hielo en un Whisky on the rocks..."
Pero nos dejó una terrible deuda, eso sí.
La pregunta es si podremos pagarla.
Lo veremos en el siguiente capítulo:
SGAE: DE ESTAS RUEDAS, ESTOS LODOS...
José Miguel Fernández Sastrón
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