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Una cuestión de Honor... (y de vergüenza).

Actualizado: 16 feb 2019


Hasta hoy existía una figura incuestionable e imprescindible en la Sociedad de Autores y Editores de España. Hablamos de los "Consejeros de Honor", que asistían por derecho propio a las reuniones de la Junta Directiva, aportando su experiencia y conocimiento a quienes ocupaban en el presente los asientos de los órganos de gobierno de una Sgae que nos legaron y que, gracias a su esfuerzo y su buen criterio, podía presumir de ser una entidad centenaria en defensa de los derechos de los autores españoles a lo largo de generaciones. Nuestro reto era continuar su labor y para ello contábamos con su generosa ayuda, su imprescindible consejo y su impagable presencia inspiradora.



Con el Maestro Antón García Abril, Consejero de Honor de la Sgae (al menos, todavía)

Tuve el privilegio de presidir una Junta Directiva de Sgae que contaba con cuatro Consejeros de Honor, que representaban todo aquello a lo que aspirábamos los que asumíamos la responsabilidad de gestionar una entidad centenaria de la que ellos eran patriarcas y nosotros herederos. Desde el pasado diez de enero, sin embargo, parece que no se considerará su presencia como algo implícito a las reuniones de la actual Junta Directiva y por primera vez un presidente se ha arrogado la competencia de determinar si su asistencia es, o no, procedente, reservándose la decisión de convocarlos en función de su criterio.

La presencia del Honor y la experiencia no están pues garantizados en la actual Junta Directiva y es, desde ahora, una prerrogativa presidencial, de forma que será J.A Hevia quien determine cuando deben, o no, ser convocados quienes, mucho antes que él, se hicieron acreedores del respeto y la admiración de los socios de esta Sgae nuestra, que él parece creer suya.



El Consejero de Honor Jaime de Armiñán, quien también deberá pasar por el filtro presidencial

En vista de ello, los Consejeros de Honor que hasta la fecha asistían puntualmente a las reuniones, y hablamos ni más ni menos que de D. Jaime de Armiñán, del Maestro D. Antón García Abril, o del veterano editor D. Manuel Lopez Quiroga, tendrán que esperar a que el presidente Hevia estime o no si es oportuno convocarlos en cada ocasión, en un ejercicio de "optimización" (creo que lo llaman así). Ningún presidente pretendió jamás antes ostentar esta prerrogativa y espero que ninguno lo haga después.


Lamento profundamente que el presidente renuncie a la presencia impagable de nuestros Consejeros de Honor en todas las reuniones de la Junta Directiva.

Con ello, no solo renuncia al Honor y al privilegio que su presencia supone para todos, sino que renuncia a su propia honorabilidad en un alarde de mediocridad institucional y humana, incompatible con la alta representación que ostenta.


La Junta Directiva, el próximo miércoles, debería exigir la presencia indubitada de los Consejeros de Honor de Sgae, desautorizando la arrogancia de un presidente que no ha estado a la altura y la dócil complacencia de un consejo de dirección que le permitió tal dislate.


Resulta, desde luego, difícil de reconocer esta Sgae que desprecia a sus "Mayores" y se dedica a denunciar a sus propios socios. Una Sgae en la que se ha renunciado al Honor, sí, pero también a la vergüenza y al sentido común.


José Miguel Fernández Sastrón

(21 de enero de 2019)



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