“Usted tiene un ejército de mediocridades seguido por la multitud de tontos. Como los mediocres y los tontos siempre son la inmensa mayoría, es imposible que se elija un gobierno inteligente.” (Guy de Maupassant)
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El verano llega a su fin y, con él, el de las vacaciones de la presidenta de Sgae, que ha retomado su frenético deambular por los medios, en esa eterna campaña electoralista crónica (eso sí, sin elecciones) que ha marcado un mandato vacío en soluciones y gestión, pero muy intenso en exhibicionismo institucional e incontinencia verbal por parte de una Pilar Jurado que sigue aturdida por las mieles del cargo.
Se espera, eso sí, un "otoño caliente", para el que Jurado y sus huestes preparan ya todo su arsenal de aberraciones políticas, con la complicidad de la mayoría de una junta directiva acomodada a la rica dieta (toda reunión es bienvenida, y van...) y de algunos miembros abducidos de la Administración que, temerosos de la furia presidencial, no osan poner freno a una sucesión de dislates inconcebibles.
La primera noticia de la temporada es que no habrá Asamblea Extraordinaria el próximo día 3 de octubre.
Recordarán que la última junta directiva del mes de julio anunció dicha asamblea, a la que se someterían unos nuevos estatutos que aún no existían (ni existen, de momento, tampoco hoy).
A nadie sorprende ya que la "chapuza" sea el método habitual de esta Sgae "desnortada", y el cambio de fecha se tomará como una innovación más de esta creativa etapa gestora.
La realidad, sin embargo, es que parece ser que la presidenta, en su entusiasmo asambleario, no tuvo en cuenta que para reunir a los socios es necesario contar con un espacio adecuado (incluso quitándo el voto a muchos de ellos), y que éste se reserva previamente (algo que tampoco debió recordarle la Secretaría General, cuyo titular es el encargado organizar esos eventos).
¡Y resulta que no tienen donde hacerlo el día 3 de octubre!
Desde luego la presidenta está cumpliendo con su premisa de ejercer la presidencia más innovadora de la Historia de la entidad, y a sus muchos "logros", en este sentido, une hoy el de tener que alterar la fecha de una asamblea por no haber previsto su ubicación.
El tema tiene bemoles y en cualquier organización seria (hoy Sgae no lo es) se habrían pedido responsabilidades, a la presidencia y a la Secretaría General, por esta falta de respeto a los socios, una más, por otra parte. Pero no será la Junta Directiva la que pida explicaciones.
¿Qué se puede esperar de una junta cuyos miembros se tragaron sin más la explicación de Pilar Jurado respecto del bochornoso ridículo que supuso la desautorización por parte del director general de la CISAC? (ver: https://www.asesorautor.com/post/pilar-a-través-del-espejo-y-desgraciadamente-no-es-un-cuento)
- Oron Gadi miente- , zanjo la presidenta ante una junta que no solicitó mayor aclaración.
Ni el bochorno institucional, ni la vergüenza de los socios causó el menor rubor a una directiva que disfruta de la generosidad presidencial y cuya única misión parece ser el mantenerse en el sillón, por más que la situación lo haga insostenible.
Ante esta situación, parece obvio que la solución no nos la traerán desde dentro (por más que algunos miembros de la junta podrían y querrían hacerlo, pero están solos ante la desidia general).
Ello nos lleva a pensar que solo la masa social, desde la asamblea, podrá recuperar el sentido común de una entidad en manos de la megalomanía más delirante, combinada con la ambición galopante de alguno y la irresponsable complicidad de una parte de la Administración.
Y eso lo sabe Pilar Jurado, como lo saben sus "validos" oficiales, Williams y García Pelayo (el primero ya colocado, aunque aspira a mayores glorias, y el segundo a punto de serlo, de forma insólita y que no tardará en pasar por los juzgados, y si no al tiempo).
Ellos son la voz que susurra a los caballos (a la yegua, en este caso, y tómese en sentido puramente metafórico, sin ánimo alguno de ofender a nadie) y quienes perfilan la estrategia que permita la consolidación de un "régimen" totalitario en una Sgae que será arrebatada a sus socios para ponerla al servicio de intereses particulares perfectamente identificados (además de repartir cargos y sueldos a diestro y siniestro a cambio de lealtades).
El sistema ya lo avisé el pasado mes de julio. Una vez controlada la Junta Directiva, se trata de controlar la Asamblea, eliminando toda oposición mediante la negación del derecho de voto a todos aquellos que se han mostrado disconformes con la actual gestión y anunciado retiradas de repertorios que tendrán efecto el próximo 31 de diciembre (que han condicionado en la mayoría de los casos a una convocatoria de elecciones que permita la normalidad institucional perdida).
Para ello, se agarran a una interpretación inédita hasta la fecha (otra innovación "pilarista") del artículo 27 de los estatutos, algo de lo que tendrán que responder, no solo la presidenta y su junta, sino, y muy especialmente, quienes desde la Administración (Secretaría General y SSJJ) consienten y hasta estimulan este dislate. Nunca antes se ha hecho así en circunstancias análogas y solo una intencionalidad política puede explicar este cambio interpretativo.
Pero la estrategia va más allá. Jurado y su séquito de paniaguados saben que los socios que han pedido la retirada, viendo sus intenciones, solo tendrían que anular su solicitud antes de la asamblea y con ello recuperar su derecho al voto.
¡Por eso, se apresuran a confeccionar un nuevo censo, ya sin sus votos, que será el que utilicen para la convocatoria y que argumentarán no poder modificar una vez convocada la asamblea, aunque hubiese posteriormente anulaciones de la solicitud de bajas!
Dicho más claramente: La idea es impedir que un numero muy importante de socios pueda votar (e incluso asistir) en la próxima asamblea. Y serán, precisamente, aquellos que se han mostrado contrarios a la actual gestión. Con ello se está dando un auténtico "golpe de estado" en Sgae, ante la desidia de sus socios y la permisividad del Ministerio, que sigue mostrando su incapacidad de abordar un conflicto que le acabará estallando en las manos.
Puede hacerse muchas crónicas sobre lo que está ocurriendo en Sgae hoy y quienes son los protagonistas y principales responsables de un desastre anunciado.
Habrá, sin duda, muchas versiones, pero la realidad, seguramente, es mucho más sencilla:
1- La actual Junta Directiva mantiene una composición irregular y ello exigiría una convocatoria de elecciones para solventar esta incidencia. Además, el fracaso de su propuesta estatutaria el pasado mes de junio, con el rechazo de la Asamblea, la deslegitima para continuar su función y presentar nuevas propuestas (y los precedentes así lo muestran).
Pero lejos de plantearse nada parecido, la actual junta esta dominada por una mayoría que se aferra a su cargo y a sus dietas y parece dispuesta a apoyar cualquier propuesta presidencial y a admitir escándalos como los que hemos vivido, algo que la presidenta agradece con generosidad en los casos "estratégicos".
2- La actual presidenta, Pilar Jurado, fue la menos votada de toda la junta en las pasadas elecciones. Sabe bien que la carambola que la llevó al cargo es irrepetible y que unas nuevas elecciones, no solo supondrían perder la presidencia, sino que, muy probablemente, ni siquiera accedería a la nueva junta resultante (y no será la única). Por ello se aferra al poder con uñas y dientes y hará todo lo posible por evitarlas. Para ello cuenta con el "asesoramiento remunerado" del editor Williams y del "conseguidor" García Pelayo, quienes saben que sus "lentejas" dependen también de la continuidad del "régimen" y pasan el día de rumiando estrategias por los pasillos de Longoria, o en sus flamantes nuevos despachos.
3- El Colegio de Pequeño Derecho, la mayoría natural de la entidad, está dividido y sigue padeciendo el "virus" de San Sebastián de Los Reyes. Sus miembros no se ponen de acuerdo y pelean entre ellos incapaces de asumir su responsabilidad para con los autores a quienes representan. Algunos, además, parecen seguir únicamente interesados en "su libro".
El Colegio Editorial no existe y su representación actual, aparte de incompleta, no representa en modo alguno al colectivo.
4- Los Vicepresidentes de Gran Derecho y Audiovisual (Cabal y Onetti) tienen su propio guión, que pasa por mantenerse en el cargo el mayor tiempo posible, esperando su oportunidad. Ellos sí controlan sus colegios (especialmente Onetti). La actual situación parece convenirles y apoyan a una Pilar Jurado a la que consideran un mal menor, pero que depende de ellos y complace sus demandas y exigencias. En definitiva, están cómodos y no quieren ni oír hablar de elecciones (por mucho que digan lo contrario en foros y debates). Además, temen que su errática política durante la legislatura les pase factura electoral y para qué correr riesgos innecesarios...
5- Por último, tal vez lo más grave. La Administración está descabezada y no ejerce su función moderadora de los desvaríos políticos, ni existe una política administrativa que garantice el funcionamiento de la entidad, ni un proyecto que ofrezca soluciones ante las graves amenazas que acechan a la Sgae, al derecho de autor y a la gestión colectiva en general. La recaudación vuelve a caer (después de tres años de crecimiento), volvemos a la política de las "rebajas". La plantilla está desmotivada y se pregunta quién gobierna Sgae mientras sus directivos electos se dedican a repartirse el pastel y algunos técnicos no dudan en complacer los delirios de una megalómana mal asesorada, aterrorizados con recibir una carta de despido.
El actual director general no dirige, porque, además de no conocer el medio, no le dejan. Hoy ya no cuenta con el favor presidencial, entre otras cosas, porque se habría negado a alguno de sus dislates (y una cosa es que no sepa de gestión colectiva y otra que se deje torear por una iluminada, asumiendo responsabilidades inaceptables). Además, no cuenta con la simpatía de algún "prescriptor" de cabecera que, dicen, aspira a sus galones (y visto lo visto, ya todo es posible).
El nuevo Secretario General, nuevo en plaza, hereda una situación insólita (empezando por lo comentado sobre la próxima asamblea). Más de uno saldría corriendo, desde luego, y no me extrañaría que él lo hiciera (sobre todo si llega a conocer bien la realidad de la entidad y la herencia que recibe, lo que tampoco es obvio). La directora de los SSJJ (que ejerció el cargo interinamente hasta su llegada) va a tener que darle muchas explicaciones, porque el lío que ha montado es mayúsculo y su complacencia con la autoridad le hace perder mucha credibilidad profesional.
En definitiva, nadie parece gestionar Sgae. Mandar sí, mandan algunos, aunque no sepan muy bien para qué, más allá de para mantenerse en el puesto.
Aunque, de seguir así, poco va a quedar que administrar.
De confirmarse las retiradas previstas, una entidad sin los repertorios editoriales, multinacionales y nacionales, y sin gran parte de los autores más relevantes (son muchos los que han anunciado su baja, también en el ámbito audiovisual) será poca cosa, casi una broma de entidad.
Pero una asamblea sin el voto de esos repertorios, utilizando interpretaciones insólitas y triquiñuelas despreciables para callar la voz de la oposición es algo peor: Es una burla a la democracia y a todos los socios de una entidad convertida en una caricatura a la medida de la mediocridad de sus actuales dirigentes y a la irresponsabilidad de quienes tendrían que asesorarlos (o supervisarlos) con el debido rigor.
José Miguel Fernández Sastrón
(1 de septiembre de 2019)
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