El Fraude Delegado y... ¿Encubierto?
- asesorautor
- 20 jul 2021
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 21 jul 2021
La verdad es que el impulso democratizador de esta "Nueva Sgae" está siendo demoledor.
Cuando parecía que habíamos tocado fondo en la pasada asamblea de 30 de noviembre de 2020, con una participación de 747 socios (de ellos, solo 95 presentes en la reunión "telemática"), llega la asamblea del 23 de junio y nos ofrece un nuevo "récord" de desidia social, con sólo 717 participantes.
Nada que no pueda arreglarse con un comunicado "made in Onetti"...
Lo que se dice...
La "maquinaria" propagandística del Sr.Onetti se apresuró a ofrecernos unos resultados maquillados al más puro estilo "Al Assad" , según los cuales, como vemos en el comunicado habitual, "Los miembros de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) han aprobado las Cuentas Anuales de la entidad...", para después añadir con entusiasmo democrático que "El 100% de los socios de la entidad, más de 120.000 en la actualidad, ha podido ejercer su derecho al voto".
Luego nos trasladan los datos de las votaciones.
Ni más ni menos que un 81,76% (una mayoría aplastante, desde luego) aprobó las cuentas de 2020 (con 7.770 votos a favor, 1.326 en contra y 407 abstenciones).
Una lectura desapasionada y transversal dejará a la opinión pública dos mensajes subliminales muy concretos:
- Pueden votar 120.000 socios.
- El 85,76% de los votos fueron a favor.
Lo que NO se dice...
Naturalmente, el comunicado omite algunas cuestiones, seguramente incómodas para el Sr. Onetti y sus adláteres, pero que reflejan con claridad la situación de una Sgae que naufraga entre la desidia de sus socios y la picaresca de sus dirigentes, que parecen haber encontrado la fórmula de perpetuar su nefasta gestión, que ejercen casi desde la intimidad, aferrados a la alarma perpetua y a las reuniones telemáticas, sin más límite que el que acabará imponiendo la realidad de una caja vacía.

- NO SE DICE que de esos 120.000 socios que proclaman, sólo han votado 717 (es decir, apenas un 0,59% del censo social, que convierte su exitosa mayoría del 85% en apenas un apoyo del 0,52% de los socios de Sgae, que representan un 4,81% de los votos posibles).
Tampoco dicen el número de socios que han votado a favor, probablemente porque hablar de 7.810 votos favorables suena mejor que decir que su celebrada mayoría se compone de alrededor de 550 socios (que serán, seguramente, muchos menos), de los 120.000 censados.
Vamos, que, en unas cuantas cenas de esas que montan los Pelayo y compañía, los reúnen a todos (no olvidemos que de los 717 participantes, más de 450 lo son "virtuales", enviando sus votos online anticipadamente, sin necesidad de asistir), convirtiendo la Sgae en un "club de amiguetes" y sus asambleas en una pantomima donde está todo el pescado vendido antes de su celebración.
Lo que está claro es que, a día de hoy, la democrática "Nueva Sgae" de Onetti y compañía se maneja con apenas un puñado de socios "agradecidos" y 7.000 votos.
Y, en realidad, más bien lo segundo, puesto que para llegar a esos 7.000 votos, bastaría con los que, entre propios y delegaciones, manejaría la Junta Directiva (sobre todo si cuenta con el apoyo del colegio editorial, especialmente las multinacionales y sus "satélites").
¡Simplemente, porque el resto de los socios ya no vota y pasa olímpicamente de una Sgae con pinta de quedarse en cuadro más pronto que tarde!
Pero, si bien estas omisiones "estratégicas" pudieran ser humanamente comprensibles en unos gestores que intentan suavizar una realidad patética, lo que no es, ni comprensible, ni aceptable es lo que parecen dispuestos a tapar...
Lo que se calla:
¡Un 41% de las DELEGACIONES FRAUDULENTAS!

El acta de la asamblea del pasado 23 de junio refleja un hecho de enorme gravedad, sobre todo cuando se conocen los motivos que lo acompañan.
Desde la Secretaría General se procedió a la anulación de 32 delegaciones de voto que, tras las oportunas averiguaciones, se confirmó que eran falsificaciones.
Dicho sin rodeos:
¡Alguien había rellenado delegaciones fraudulentamente, utilizando el nombre de socios y firmando por ellos!
¿Y eso qué significa?
- En términos numéricos, lo que vemos es que un 41% de las DELEGACIONES resultaron falsas, ya que, si finalmente se computaron 45, una vez anuladas las 32 falsificaciones, eso significa que llegaron 77 en total, de las que 32 eran fraudulentas (lo que, en número de votos, dependerá de los que tengan los delegantes, pudiendo, en todo caso, superar el millar).
- Pero es que, en términos jurídicos, estamos hablando, no de una "travesura", o una "picardía" sin importancia, sino de un delito (o, incluso, de varios, si tenemos en cuenta que alrededor de estos hechos debe haber ejecutores, pero también cómplices y, desde luego, encubridores, sin ir más lejos, aquellos que desde la Junta Directiva, una vez conocidos los hechos, no lo denuncien y exijan las responsabilidades oportunas).
Conocedor de este asunto, por su reflejo en el acta, como he comentado, a la que accedí como firmante de la misma (en mi condición de socio asistente), envié el siguiente correo a la Secretaría General:
"Estimado Secretario General,
Veo en el acta de la pasada Asamblea General Ordinaria, de 23 de junio del presente (que firmé como socio asistente), que se hace en ella referencia a la anulación de 32 delegaciones de voto, algo que no se comentó durante la reunión (o yo, al menos, no lo escuché), sin que se de explicación alguna de los motivos de la misma.
Naturalmente, la anulación de votos de socios de Sgae es una cuestión de enorme gravedad, que, o bien está debidamente justificada, o constituiría un hecho inadmisible.
Por otra parte, si dicha anulación se debiese a causas formales (alguna errata, u omisión no intencionada), o, por el contrario, fuera producto de algún acto irregular, o incluso doloso, no es tampoco cuestión baladí y requeriría de la exigencia de las responsabilidades oportunas.
Entiendo que la Secretaría General habrá tomado esta decisión de forma suficientemente motivada, por lo que le ruego:
1- Me de traslado de la información detallada al respecto, de cara al ejercicio de mi derecho como socio a solicitar, en su caso, la denuncia de los hechos por parte de la Junta Directiva en la instancia que proceda, o, de no estimarlo esta oportuno, proceder personalmente a hacerlo.
2- Me de traslado de copia del acta en cuestión, que entiendo debe estar ya oficializada.
3- Me informe de si el Presidente, Sr. Onetti (a quien pongo en copia), fue informado de dichas anulaciones con carácter previo a la celebración de la Asamblea.
4- Dé, por último, traslado de este correo a los miembros de la Junta Directiva para su información.
FRAUDE DELIBERADO
A día de hoy, escribo estas lineas con algo más de información de la que tenía entonces, ya que he tenido conocimiento de que este incidente se ha tratado en la reunión de la Junta Directiva mantenida esta tarde, en la que se ha debatido la cuestión y, según me comentan, ha habido disparidad de criterios entre los que han mostrado la lógica indignación ante un fraude de esta gravedad y los que parecían empeñados en "matar al mensajero" y echar tierra sobre un asunto tan incómodo.
De momento, ya sabemos varias cosas:
1- Que no se trataba de errores u omisiones, sino de falsificaciones deliberadas con la finalidad de suplantar a socios de la entidad y votar en su nombre.
2- Que entre los destinatarios de estas delegaciones fraudulentas se encontraban miembros de la actual Junta Directiva.
3- Que los destinatarios de las delegaciones fraudulentas votaron favorablemente a las propuestas oficiales en la Asamblea (lo que nos permite, además, conocer que el voto en asambleas no es secreto).
4- Que existe una investigación "profesional", solicitada por la Secretaría General, cuyo informe podría señalar a personas y entornos concretos, aunque no tenemos el detalle de ello.
5- Que el Presidente, Sr. Onetti fue informado de esta cuestión con carácter previo a la celebración de la Asamblea, sin que considerara oportuno informar él, a su vez, a los asistentes.
6- Que es intención del Secretario General interponer la denuncia oportuna en la instancia que proceda, poniendo a su disposición los datos con los que cuenta y el informe en cuestión (algo, en mi opinión, obligado desde su responsabilidad como garante de estos procesos).
Sin embargo, no parece que la Junta Directiva en conjunto, ni el presidente, Sr. Onetti, hayan acogido esta iniciativa con mucho entusiasmo.
De hecho, con la excepción de algunos miembros de Pequeño Derecho, que han defendido la necesidad de abordar la cuestión con todas las consecuencias, al igual que representantes del Colegio Editorial (que tampoco parecían dispuestos a "comulgar" con esa "rueda de molino"), había una nutrida representación de "prudentes", que llamaban a una investigación interna (desconocedores, tal vez, de la responsabilidad penal que conlleva el encubrimiento de un delito), algo que, en un caso como éste, excede a la potestad sancionadora interna. Así como otros que se escudaban en un escepticismo artificioso, argumentando "ad hominem" contra el Secretario General y mostrándose deseosos de echar tierra por medio y dejar enfriar el asunto.
Es evidente que la Junta Directiva está obligada a denunciar estos hechos, una vez que los ha conocido a través de la Secretaría General. Y así debería proponerlo el presidente, Sr. Onetti, quien, sin embargo, no parece muy dispuesto a ello, al menos en lo que ha trascendido de momento.
Pero es que, aquellos miembros de la Junta Directiva que fueran destinatarios de una delegación fraudulenta, no sólo deberían denunciar, como administradores, un fraude contra la voluntad social, sino, además, un delito sufrido en primera persona, que los convierte, aun involuntariamente, en cómplices necesarios del fraude y ejecutores últimos del mismo. Es su obligación solicitar la información que les permita denunciar este hecho y conocer a los responsables de su participación involuntaria en la comisión de un delito, solo evitado por el celo de la Secretaría General, de cara a exigir las responsabilidades que procedan.
También es, a mi juicio, obligación de la Presidencia y la Junta Directiva el procurar la información a aquellos socios cuya identidad ha sido fraudulentamente suplantada, de cara a su derecho a denunciar este abuso e, incluso, debiera la propia Sgae, de oficio, asumir la reclamación de los mismos, como garante de sus derechos como socios y responsable de la custodia de sus datos y del ejercicio de su libertad de acción y opinión institucionales.
Estamos, por lo tanto, ante un episodio de la mayor gravedad, que atenta contra la esencia misma de la sociedad y que desenmascara un burdo intento de condicionar la voluntad de los socios y manipular las votaciones asamblearias.
Más grave aún, si cabe, por el hecho de que, en algún caso, los socios fraudulentamente suplantados podrían haberlo sido también en anteriores asambleas, sin que llegase a detectarse entonces.
Y lo peor es que llueve sobre mojado.
Como algunos recordarán, y nos hemos hecho eco de ello en anteriores entradas, ya hubo denuncias por parte de un ex-directivo de la entidad sobre "la falsificación de miles de votos delegados" (para la Asamblea de 30 de enero de 2020) y que apuntaba a nombres concretos, dato que, al menos de momento, no ha trascendido en el caso de la investigación actual. Sin embargo, algunos parecen señalar a un entorno muy determinado, aunque habrá que esperar a conocer la investigación en su integridad y las conclusiones definitivas.
No hubo investigación alguna entonces y la Junta Directiva (muchos de cuyos miembros siguen en ella hoy, incluido el Sr. Onetti) optó por echar tierra sobre el asunto y pasar página.
Hoy lo tendrán más difícil.
En primer lugar porque, a diferencia del que ostentaba el cargo entonces, el actual Secretario General ha detectado el fraude y ha actuado con el rigor a que le obliga su responsabilidad institucional, algo que, sorprendentemente, en lugar de un reconocimiento a su labor por parte de la Junta Directiva, le ha conllevado el rechazo y la crítica de una gran parte de ésta (incluido, dicen, algún destinatario de esas delegaciones fraudulentas, que, lejos de adherirse a la iniciativa de "descubrir el pastel", parecía incómodo y proclive a descalificar al "mensajero", negando la mayor, y hasta la menor, si fuera necesario, con tal de quitar hierro al asunto. Algo poco cabal, en su circunstancia, si me lo permiten...)
En todo caso, alguno debería recordar las palabras de Juan Bautista Alberdi:
Y el "encubrimiento" de un delito no es cosa baladí, señores de la Junta Directiva...
José Miguel Fernández Sastrón
(20 de julio de 2021)
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