"La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió".
(Francisco de Quevedo)
Resuenan los alaridos en el Palacio de Longoria. Pilar Jurado ha sabido que mañana miércoles, una amplia mayoría de los miembros de la Junta Directiva van a obsequiarla con una moción de censura, merced a una solicitud oficial apoyada por 22 firmas, que solicitan la inmediata convocatoria de una reunión extraordinaria (por vía telemática, naturalmente) a tal fin.
Pero la presidenta, convencida de su alianza con la Providencia, crecida por un histórico de propuestas irregulares y de hechos consumados fuera de toda legitimidad estatutaria, intentó, una vez más, distorsionar la legalidad a su conveniencia e impedir la convocatoria de dicha reunión.
- ¿Quién eres tú para convocar a la Junta Directiva? - le gritaba al Secretario General como una "hidra" por los pasillos.
- ¡Yo soy la presidenta y la única que puede decidir cuándo convocar!- le amenazaba con esa soberbia proverbial de la era "pilariana", que toca a su fin, para bien de todos (o casi todos).
El Secretario General, señor Ezpondaburu, que ha demostrado en esta ocasión un rigor y una determinación que le honran, y es de justicia decirlo, ha tenido que recordar a la presidenta el artículo 65.1 de los estatutos de Sgae, que es claro cuando dice:
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Pese a la furia presidencial y las amenazas por doquier, la Junta Directiva ha sido convocada y decidirá, presumiblemente, el cese de Pilar Jurado, después de poco más de un año de despropósitos que no serán fáciles de reparar, pero que, al menos, se detendrán con su salida.
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Claro que para eso quedan algunas horas todavía y, una vez recuperada del berrinche, Pilar Jurado sacará sus cartas (bueno, nuestras cartas, las de todos los socios, en realidad, pero que ella se ha acostumbrado a barajar y repartir a su capricho, en función de sus intereses).
Contará, además, con la inestimable ayuda de la actual vicepresidenta de Pequeño Derecho, Inma Serrano, tan comprometida como la presidenta en la causa común (común a ellas, se entiende), que tan rentable le está resultando (auto-concediéndose un anticipo, tan excepcional como irregular, sin ir más lejos).
De hecho, la vicepresidenta ya ha convocado para mañana por la mañana una reunión de su colegio, previa a la Junta, para intentar descabalgar a alguno de los firmantes, o posibles votantes de la moción presidencial. Inma Serrano está convencida, además, de que ninguno faltará a la cita, porque, dice, "se pagarán dietas".
Ya ven en que alto concepto tiene la vicepresidenta (que no duda en repartir dinero de los socios para defender sus propios intereses) a sus compañeros de bancada...
Creo, sin embargo, que se equivoca y que los que tienen clara su decisión no caerán en la trampa que les tiende Inma Serrano (que solo intenta marear la perdiz y asegurarse su propia poltrona). Eso sí, de aquí a mañana lloverán ofertas a destajo (puestos en el consejo, en el Patronato, comisiones y demás "prebendas" que alguno podría verse tentado a aceptar, lo que le haría retratarse de forma inútil, además, pues, no solo necesitarían de cinco "receptivos" dispuestos a retractarse públicamente (mostrando a los socios el precio de su "lealtad" a una u otra causa), para detener la moción, sino que, por mucho que Inma Serrano les ofrezca, deberá ser la Junta Directiva la que ratifique sus propuestas, algo que, en todo caso, no ocurrirá mañana, pues no está en el orden del día, lo que deja las promesas de Inma en "papel mojado" para incautos que se pondrán en evidencia en vano.
No sería fácil, por otra parte, explicar la retirada de una solicitud de censura (que debemos entender justificada y meditada por parte de los consejeros firmantes), u optar por un cambio de voto, apenas 24h después, sin otro elemento diferenciador que la concesión de alguna "gracia presidencial".
Siempre es impredecible lo que puede ocurrir en esta Sgae "pilariana", la verdad, aunque en las actuales circunstancias no parece razonable, ni sensato, continuar con la gestión actual y la dirección de una presidenta que, no solo lleva a la entidad al abismo, sino que arrastrará con ella a toda su Junta Directiva, si no ponen remedio, algo que una mayoría ya sabe.
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Hoy mismo se ha recibido un "requerimiento ministerial", motivado por una reciente y desafortunada decisión del consejo, a propuesta de la pronto expresidenta, en la que se recuerda que "...la SGAE no puede ni modificar el organigrama de la entidad, ni contratar nuevo personal directivo «en tanto no reciba indicación distinta de este Ministerio» (se refiere muy concretamente al "Nombramiento de Clifton Jerome Williams López como subdirector general de la SGAE" (lo que ya comentamos en nuestra entrada Una Sgae "inmunodeprimida") y "Se recuerda de nuevo a la SGAE que, con carácter previo a acordar cualquier propuesta de modificación de su organigrama o de contratación de nuevo personal directivo, debe informar a este Ministerio. Hasta que este Ministerio no valore su adecuación al compromiso asumido por la entidad y en tanto no reciba indicación distinta, la SGAE se abstendrá de someter a la consideración de su Junta Directiva o Consejo de Dirección, cualquiera de las referidas propuestas".
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Bien harían los consejeros en tomarse el asunto en serio y desligarse de las decisiones de una presidenta desnortada y aquellos que le facilitan sus irregularidades.
De hecho, una mayoría ya lo ha entendido así. Y no sería de extrañar que, comprobado su fracaso, Pilar Jurado optase por su "Plan B" favorito y se dirigiese a sus detractores, entre lágrimas y golpes de pecho, solicitando su benevolencia y ofreciéndoles alguna "cabeza" como contrapartida (Williams debería poner la suya a remojo).
A estas alturas dudo de que nadie la tomará en serio... (sus interpretaciones "dramáticas" son ya bien conocidas), pero alguno, quizás, podría tener la tentación de utilizarlo como excusa para un giro repentino (y, naturalmente, remunerado).
Lo bueno, por decir algo, sería que, en el improbable caso de que las "transacciones" Jurado/Serrano llegasen a prosperar en número suficiente, logrando la retirada de algunas firmas (o votos), concediendo así una prorroga a una gestión que tendrá, pese a ello, los días contados, los socios sabremos, a la hora de exigir responsabilidades, a quien deberemos las siguientes tropelías de una presidenta desbocada tras el susto.
Pero eso no ocurrirá, para desgracia de aquellos que decidiesen venderse, defraudando a los socios a quienes representan. Conoceremos sus nombres y conoceremos su precio (para su eterna vergüenza, si es que la tiene quien así obrara).
Triste destino el acabar señalado, inútilmente además, renunciando a la propia dignidad por un mero "Canto de Sirenas"...
José Miguel Fernández Sastrón
(15 de abril de 2020)
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