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80.000 razones para dudar...

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    asesorautor
  • 22 sept 2024
  • 10 Min. de lectura

"Cuando el fraude electoral se convierte en norma, la voz del pueblo es silenciada por fantasmas de votos falsificados y mayorías inexistentes."

(Luis Gabriel Carrillo Navas)



Como sabemos, el próximo día 21 de noviembre los socios de Sgae estamos convocados a unas elecciones de las que emanará una nueva Junta Directiva que asumirá la responsabilidad de supervisar la gestión de nuestra entidad durante los próximos cuatro años y diseñar la política que condicionará el devenir de nuestros derechos durante ese periodo. En esta ocasión, tras la reciente reforma estatutaria aprobada por la Asamblea General del pasado mes de junio, las candidaturas individuales que han venido marcando (aunque fuera de forma truculenta) los comicios de los últimos tiempos, han sido abolidas, y se ha impuesto la obligatoriedad de Candidaturas Grupales por cada uno de los Colegios Profesionales que componen nuestra masa social y que deberán exponer sus propuestas colectivas a los socios.


Es de suponer que una de ellas será la que represente a los actuales gestores, que intentarán, lógicamente, completar candidaturas continuistas en cada uno de los Colegios, que garanticen su permanencia en el poder, presumiblemente bajo la Presidencia de Antonio Onetti, actual ocupante del Despacho Oval de Longoria, quien, en esta ocasión, se someterá al escrutinio de los socios de Gran Derecho y no, como en las anteriores, al sufragio de un colectivo Audiovisual muy mermado por la diáspora hacia DAMA de un nutrido número de sus integrantes y algo decepcionado, seguramente, por la aparente incapacidad de corregir esta deriva por parte de su, hasta ahora, egregio representante. También, quizás, con el cambio pretenda paliar la ausencia del que fuera líder indiscutible de aquel colectivo, el dramaturgo Fermín Cabal, que, lamentablemente, nos dejó recientemente, y cuyo liderazgo, experiencia y carisma dificilmente podrá reemplazar el señor Onetti.


En el caso de esta previsible candidatura "oficialista", no cabe esperar muchas sorpresas respecto de su propuesta electoral, que, cómo es lo habitual, se centrará presumiblemente en una narrativa de sus logros pasados y una llamada a la confianza de los socios para poder culminar su obra durante cuatro años más.

El problema en estos casos, es que la realidad es a menudo discrepante con el triunfalismo oficial, y no serán pocos los socios que cuestionen su optimismo y opten por una renovación en la gestión de la Sgae. No puede obviarse, además, que el barómetro más relevante (las paupérrimas liquidaciones que hemos venido sufriendo en los últimos tiempos), así como la inestabilidad ejecutiva (cuatro Directores Generales en apenas seis años, y otros cambios, traumaticos en su mayoría, en el organigrama, no son fáciles de asimilar por una administración y una plantilla que se han visto muy poco ayudadas en su labor, pese a ser el verdadero motor de nuestra casa) o la conflictividad que marca el día a día de nuestra entidad, y que ha debilitado nuestra posición frente a los Usuarios, constituyen una mochila demasiado pesada para nuestros actuales gestores y, desde luego, para el señor Onetti, cuya continuidad en el cargo está cuestionada, incluso, entre su propio grupo, en el que alguno de sus compañeros de filas no oculta sus aspiraciones en sus círculos cercanos.


Serán los socios, o deberían serlo al menos, quienes decidan si están satisfechos con la gestión actual y, en ese caso, renovar su confianza para los próximos cuatro años, o, de lo contrario, optar por alguna otra opción, si la hubiera.


En todo caso, serán también las propuestas de las candidaturas opositoras que puedan surgir las que marquen la calidad de este proceso, pues no es menos cierto que, si bien parecen evidentes las carencias de nuestros actuales representantes, la tradición electoral nos muestra una escasa oferta de alternativas que aporten la credibilidad necesaria y demuestren, no sólo un conocimiento riguroso de la situación y un diagnóstico ajustado de los problemas a que nos enfrentamos, sino un realismo en la concreción de medidas y soluciones para corregir el rumbo de la Sgae y garantizar la defensa de nuestros derechos, la unidad de acción frente a los Usuarios y el necesario diálogo intercolegial y respeto a sus respectivas casuísticas y aspiraciones, que permita mantener la cohesión de una entidad multidisciplinar como la nuestra, cuya diversidad constituye uno de nuestros principales activos y fortalezas.


Actual Colegio de PD en la Junta Directiva

Desgraciadamente, sin embargo, hemos visto cómo, en el pasado, las propuestas electorales se han venido basando más bien en filias y fobias, en cuestiones puntuales y ambiciones particulares, en conflictos enconados por una pésima gestión de los mismos o en promesas de beneficios y prebendas a colectivos influyentes a cambio de su apoyo. Tampoco ayuda mucho el hecho de que no es infrecuente que miembros de la Junta Directiva saliente se incluyan en alguna candidatura opositora, lo que provoca cierta desorientación en los electores y exige un gran esfuerzo a estos "disidentes" a la hora de explicar que no son co-responsables de la gestión que ahora critican con tanto fervor (y que, salvo honrosas y escasas excepciones, apoyaron por activa o por pasiva) o por qué confiar en quienes no fueron capaces de revertir una situación, que hoy denuncian, en los cuatro años que han formado parte del gobierno.


La mayoría de las candidaturas se limitan a hablar de "su libro", ignorando que éste, y todos los demás, forman parte de una biblioteca mucho más amplia y compleja, que debemos cuidar y de la que depende nuestro futuro autoral. O, en el mejor de los casos, a exponer propuestas genéricas, que han sacado de algún manual de gestión para principiantes, en un inconsistente discurso cargado de estereotipos y buenas intenciones que poco aportan en realidad al estímulo de los socios, que en gran número se desentienden de sus soflamas y se inhiben de ejercer su responsabilidad en estos procesos, aburridos de tanta charlatanería.

Y tampoco podemos ignorar que las candidaturas, en su frenética actividad de campaña, dividen normalmente a los socios en tres grupos:


1-Los "Nuestros" (entiéndase los de cada uno)

2-Los "Otros"

3-Los "Indecisos" (o "no alineados")


De hecho, son normalmente los integrantes de los grupos 1 y 2 los más activos a la hora de votar, aunque los del grupo 3 son los que acaban determinando el resultado. Y lo hacen, a menudo, por cuestiones insondables, ya que los candidatos apenas se dirigen a ellos, centrando sus mensajes en lo que sus partidarios quieren escuchar, en la esperanza de ganarlos para la causa y desequilibrar la balanza.


Lamentablemente, en este escenario, esperar una propuesta que contemple, como primera medida, la confección de un "Plan estratégico" para la legislatura entrante, que incluya una proyección económico/financiera de la entidad y planifique estrategias a corto, medio y largo plazo es casi utópico (y no me refiero a que la Junta Directiva las confeccione, sino a que marque las pautas y objetivos a los técnicos de la casa, naturalmente).

Son muchos los ámbitos (desde el económico al institucional, tecnológico, jurídico, social...) que debe contemplar una propuesta electoral rigurosa y creíble, capaz de ilusionar a los socios y marcar el camino hacia un futuro mejor. No se trata tanto de denunciar los errores del pasado (después de visto, todos listos) o enzarzarse en disputas estériles, como de ofrecer soluciones para el presente y el futuro que garanticen el objetivo esencial, que no es otro que la protección, la recaudación, la gestión y el reparto justo y transparente de nuestros derechos.

El resto, es literatura; y de la mala, además...


Mucho me temo, sin embargo, que ante las próximas elecciones, la preocupación (la mía y la de muchos socios) no es tanto la calidad de las propuestas electorales como la garantía de que la voluntad social sea la que determine cuáles de ellas se impondrán y marcarán nuestro futuro.

Y es que, a día de hoy, la pregunta fundamental es:


¿Podemos confiar en la limpieza y seguridad del proceso electoral?


La respuesta, desgraciadamente, es que existen 80.000 razones para dudar...


Y de poco servirán las propuestas alternativas, buenas, malas o regulares, si los socios no pueden pronunciarse con las garantías exigibles en un proceso democrático y si existe la posibilidad de que se produzca un fraude que subvierta la voluntad societaria.


Podría parecer que plantearse esta duda es improcedente, infundado, e incluso maledicente. Sin embargo, lo cierto es que, lamentablemente, las circunstancias no sólo lo hacen contemplable, sino que nos revelan unos antecedentes que invitan a la sospecha, no ya de los más suspicaces o los amigos de las conspiraciones, que siempre los hay, sino del propio Juzgado de Instrucción nº 5 de Madrid que, a día de hoy, investiga una presunta falsificación generalizada de votos emitidos, tanto en las Asambleas Generales de la SGAE celebradas el 30-1-2020, 30-7-2020, 30-11-2020 y 23-6-2021, como en las elecciones de la SGAE celebradas el 22-10-2020, que determinaron la composición de la Junta Directiva saliente, que gestiona el actual proceso electoral. Y, si bien no puede obviarse la presunción de inocencia a que tienen derecho los investigados en este proceso, no es menos cierto que las recientes modificaciones estatutarias que afectan al régimen electoral y, muy especialmente, la del Reglamento del Voto Electrónico Anticipado, lejos de contribuir a una mayor seguridad de éste, lo privan de un requisito que la fortalecía, haciendo hoy más fácil el fraude. Algo muy poco oportuno, desde luego, si me lo permiten, y que no contribuye a la confianza de los socios. Y más aún si tenemos en cuenta que se ha obviado la requerida presentación de dicho reglamento a la Asamblea para su aprobación (nos preguntamos si con el aval de la Secretaría General y los Servicios Jurídicos de la entidad) y se ha decidido su aplicación vulnerando lo establecido en la Resolución de 26-2-2021 del Ministerio de Cultura, que obliga a presentar y someter a la aprobación de la Asamblea General el Reglamento para la celebración de la Asamblea general de manera simultánea, presencial y Telemática (lo que afecta, obviamente, al nuevo Reglamento VEA 2024), cuestión que vuelve a abordar el requerimiento ministerial a la Sgae de 23 de junio de 2022.


Con ello, se ha modificado la regulación de la forma de ejercer el voto electrónico anticipado por los miembros de la SGAE prevista en el art. 5.1 de dicho Reglamento, de forma que, mientras en el art. 5.1 del Reglamento VEA 2020 se establecía que “El voto electrónico anticipado se articulará a través de un acceso desde la WEB SGAE y otras áreas destinadas a los miembros, y requerirá, en todo caso, la identificación de éstos a través de cualquiera de los siguientes medios: sistemas de seguridad de claves notificadas por SMS al teléfono móvil y/o correo electrónico o sistemas de autenticación como: DNI electrónico o certificados digitales emitidos por prestadores de servicios de certificación, en su nueva redacción establece escuetamente que “El voto electrónico anticipado se articulará a través de un acceso desde la WEB SGAE denominado PLATAFORMA ELECCIONES y requerirá la identificación del miembro de SGAE con las mismas claves registradas para SEDE ELECTRÓNICA”.


En definitiva, lo que ha aprobado la Junta Directiva de la SGAE, a propuesta de su Presidente, Antonio Ruiz Onetti, es la eliminación del sistema de “doble autenticación” o “doble verificación” para el ejercicio del derecho de voto electrónico anticipado en las elecciones que se celebrarán el próximo 21-11-2024, de forma que, simplemente con las claves de acceso al “Portal de socios” de la WEB de la SGAE (dirección de mail y la contraseña del socio) se podrá ejercer el voto por los socios de la SGAE.


La eliminación del sistema de “doble verificación” afecta directamente al principio de “autenticación” que asegura que el elector sea identificado inequívocamente por el sistema, propiciando que cualquiera que, por las razones que sea, posea las claves de acceso del socio (dirección de mail y la contraseña) pueda ejercer el voto en su nombre y sin que éste sea advertido de ello. Y no son pocos los que, dentro de la casa, gozan de tal prerrogativa, ya sea directa o indirectamente.


Si tenemos en cuenta que existen unos 80.000 socios de Sgae con un solo voto (el "voto social", o "voto estatutario" en la denominación actual) y que estos socios, en general, no tienen actividad alguna ni mantienen una comunicación habitual, y ni siquiera esporádica, con la Sgae (muchos de ellos, seguramente, ni sean conscientes de su condición de socios), no es difícil entender las posibilidades que el actual reglamento ofrece a un posible recaudador de votos que se viese tentado a pescar en tan generoso caudal. Y sabiendo, además, que podría hacerlo con total impunidad.


Para ponernos en situación, según los datos de la Asamblea General Ordinaria de la SGAE de 23-6-2021, en ella habrían votado de forma electrónica anticipada sólo 22 socios de este amplio colectivo mencionado de socios con un único voto.

Sin embargo, ya en la pasada Asamblea de junio de 2024 (la que aprobó, precisamente, las reformas estatutarias antes comentadas) llamó nuestra atención el hecho de que más de un tercio de los votantes de forma electrónica anticipada en la misma (concretamente 267 sobre un total de 815, es decir, el 33,87%) habrían sido socios que solamente tienen 1 voto (el voto “social”). Ese interés repentino de socios que habitualmente no participan en la vida societaria coincidió, además, con el hecho de que las propuestas de la Junta Directiva se aprobasen por un escasísimo margen de apenas 200 votos en algún caso. Si añadimos a ello que los resultados de las votaciones en dicha asamblea no fueron conocidas por los votantes hasta el día siguiente (otra novedad del señor Onetti, pues tradicionalmente no era así, y el argumento que lo pretende justificar por el voto telemático es poco defendible), ello deja a la entidad un plazo de más de 12h para analizar los resultados y, obviamente, para redondearlos si fuese necesario, antes de su publicación.

Naturalmente, no podemos afirmar que fuese así, ni pretendemos acusar de ello a nadie, pero lo cierto es que, en las actuales circunstancias, y sabiendo que tal posibilidad existe, como hemos visto, reducir las medidas de seguridad respecto de este voto electrónico, como han hecho, lejos de contribuir a la credibilidad del proceso, lo que hace es sumirlo en la oscuridad de la incertidumbre.


Por todo lo expuesto, bien harían todos los candidatos que concurran a estas elecciones en exigir las medidas oportunas que garanticen, no ya sólo la seguridad de este voto electrónico, sino, también, la custodia de los datos que permitan, en su caso, auditar los resultados y confirmar la identidad de todos los votantes, las direcciones desde donde se hayan producido las votaciones y, en general, la trazabilidad de todo el proceso.


Porque, 80.000 razones para dudar, son demasiadas...






José Miguel Fernández Sastrón

(22 de septiembre de 2024)









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