En muchas empresas el silencio no es oro, el silencio es un sobre...
(Jaume Perich)
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Estamos en Campaña. O, al menos, el presidente Onetti lo está, y ya ha puesto a trabajar a la maquinaria de Sgae para lanzarse al ruedo mediático a cantar las alabanzas de su gestión, algo meritorio y que requiere de una buena dosis de imaginación (cuando no de cinismo) en una gestión que tiene más bien poco que alabar. Apunta alto el presidente, concediendo a Europa Press su primera soflama electoral, en pos, suponemos, de una distribución amplia de su mensaje.
¿Y qué nos cuenta el señor Onetti?
Pues lo cierto es que el titular, ya de por sí, no tiene desperdicio: Onetti "cierra un ciclo" en la SGAE: "Hemos ido limpiando la casita y ya somos una entidad normal" (entrevista completa en https://www.europapress.es/cultura/exposiciones-00131/noticia-onetti-cierra-ciclo-sgae-hemos-ido-limpiando-casita-ya-somos-entidad-normal-20240716142308.html).
En el link anterior podrán disfrutar de sus declaraciones al completo, pero, sin embargo, creemos que no vendría mal un ejercicio de "traducción" de sus palabras a la realidad, que, mucho me temo, difiere, como habitualmente ocurre en sus comunicados triunfalistas, de esa visión onírica con que suele deleitarnos este presidente hoy bajo la lupa judicial, pero, ya lo ven, que se siente guardián de la higiene institucional y normalizador de lo innormalizable.
Veamos...
Comienza el artículo diciendo que Onetti "cierra un ciclo" en la SGAE: "Hemos ido limpiando la casita y ya somos una entidad normal. El presidente de la SGAE, Antonio Onetti, termina su primer mandato al frente de la entidad asegurando que a lo largo de estos últimos años "se ha ido limpiando la casita" y, una vez alejada de polémicas, se ha convertido en una institución "normal".
La casita es Sgae, naturalmente, algo que, al margen de ese diminutivo algo peyorativo tratándose de la Casa de los Autores y Editores (hoy más de estos últimos), no requiere de mayor comentario.
Sí resulta más inquietante esa referencia a la normalidad y ese concepto de limpieza alejada de polémicas, sobre todo dicho por quién ha sumido a la entidad en un proceso judicial por una presunta falsificación de votos en el que él mismo comparece en calidad de Investigado, junto a otros altos directivos de Sgae.
Quizás, para el señor Onetti, que el presidente de la entidad esté bajo la lupa judicial por una presunta manupulación de la voluntad societaria (que incluiría las propias elecciones a las que debe su mandato) es algo normal y alejado de polémica alguna (y no es la única de su mandato, aunque sí la de mayor gravedad), pero mucho me temo que los socios no compartan esa opinión. Él, eso sí, argumenta en su defensa que esa presunta falsificación no llegó a computarse, pues fue detectada por la propia Junta Directiva, lo que encierra dos falsedades manifiestas: La primera, que no fue la Junta, sino el entonces Secretario General, señor Ezpondaburu, quien detectó los votos presuntamente falsificados (y lo que hizo la Junta, a propuesta del propio Onetti, fue cesarlo fulminantemente por su descubrimiento y su denuncia del mismo). La segunda, que los votos presuntamente falsificados y que fueron detectados sólo afectaron a la Asamblea de 2021 (parece ser que a Onetti eso le consuela, ya que la trampa no se consolidó, así que pelillos a la mar), pero existen indicios (que el juez ha tomado en cuenta e investiga igualmente) de que lo mismo habría ocurrido en anteriores asambleas, incluida la que afectaba a las elecciones en las que fue elegido el propio Onetti y la actual Junta Directiva, que en estos casos sí computaron y habrían cumplido, por lo tanto, con su perverso objetivo.
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El caso es que hoy, pese a todo, serán el señor Onetti y su Junta Directiva quienes gestionen las próximas elecciones. Incluso se rumorea por los pasillos que contarán con la asistencia del señor García Pelayo, investigado también como presunto urdidor de la trama en cuestión, y con el que Onetti contaría de nuevo como captador de votos para su candidatura. Todo un ejemplo de transparencia, limpieza y normalidad democrática, desde luego...
La verdad es que no sé muy bien a qué se refiere el señor Onetti cuando habla de limpiar la casita, aunque, no oculta, dada su obsesión por el tema y la rentabilidad que le ha sacado durante estos años, su pretensión de abanderar el haber terminado con la dichosa Rueda, esa práctica supuestamente delictiva por parte de algunos autores "sinvergüenzas" (Perpiñá dixit) que, tras varios años de instrucción, el juez y el propio fiscal han determinado inexistente, archivando el tema sin considerar siquiera necesario llegar a juicio. Lo que sí ha limpiado el señor Onetti, merced a las reformas impuestas a colación de ello, ha sido los bolsillos de muchos autores, cientos de ellos, en beneficio de los repertorios internacionales de las grandes multinacionales que lo auparon y aún sostienen en su sillón (pese a que, en sus circunstancias, debió haber dimitido hace tiempo).
Y por lo visto, pretende seguir haciéndolo en el futuro (con algo de ingenuidad, eso sí, pues es "caballo amortizado"), lo que se desprende de la continuación de su entrevista balsámica, cuando dice: "Para mí es un cierre de ciclo, es verdad que cuando uno entra empieza por lo más gordo pero en cuatro años te da para llegar hasta donde llegas limpiando".
Obviamente, está presentando su candidatura a las inminentes elecciones del próximo otoño (que intentará, eso sí, retrasar hasta el límite, con el aparente beneplácito de un Ministro, con el que presume de mantener una estrecha relación, entregado a la causa, no sé si tanto onettiana como a la de las multinacionales, que son las que mandan en realidad en esta Sgae de la Nueva Normalidad que proclama el presidente).
Según parece, no ha tenido tiempo de completar esa limpieza de la casita, lo que, visto lo visto, resulta, cuando menos, inquietante. Ya hemos visto, por ejemplo, como presumía de haber restablecido los anticipos que él mismo había derogado (ante la penosa situación de la caja de la entidad), aunque no dice que estos hoy requieren de un requisito impensable para los autores de a pie, como es la obligación de amortizarlos en un año (algo que no preocupa a las grandes editoras multinacionales, verdaderas beneficiadas de esta generosidad presidencial por su casuística).
¡Qué no hará si dispone de otros cuatro años!
En definitiva, el señor Onetti anuncia su candidatura, y lo hace a bombo y platillo (medalla va, medalla viene), sin el menor rubor y ajeno, parece ser, a su delicada situación procesal. Para ello, ya propuso oportunas modificaciones estatutarias relativas al sistema electoral, junto a otras que la pasada asamblea aprobó por un escasísimo margen de apenas doce votos en algún caso, en un recuento que no pudimos conocer hasta pasadas veinticuatro horas en las que nuestros gestores, ellos sí, tuvieron la oportunidad de analizarlo en profundidad.
Sólo nos resta saber si el señor García Pelayo le conseguirá los apoyos suficientes y si el calendario judicial no le privará de este delirio de continuidad en su limpieza de una casita que, no lo duden, estará mucho mejor sin su liderazgo higienizante.
Los socios, si les dejan, tendrán la última palabra...
José Miguel Fernández Sastrón
(16 de julio de 2024)
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